Miles de niños estadounidenses se quedan «huérfanos» cada año cuando las autoridades de su país deportan a sus padres, llegados como inmigrantes ilegales, una cruda realidad que cuenta el documental «The Great Mother«, que se centra en el papel de una mujer que ha acogido a más de dos mil de estos menores.
El largometraje, cuyo estreno mundial tuvo lugar en Nueva York, retrata el incesante esfuerzo de Nora Sandigo, de origen nicaragüense, que ha dedicado más de 30 años de su vida a ayudar a los que, como ella, huyen de su tierra amenazados por la situación de inseguridad y la pobreza.
«Cualquiera puede dormir en nuestra casa. Cualquier niño o familia inmigrante que lo necesite», cuenta Sandigo en una entrevista con Efe.
Una afirmación que no es ninguna exageración, porque la activista se ha convertido desde 2006 en la tutora legal de más de dos millares de niños estadounidenses de padres deportados con el objetivo de evitar que la custodia de los menores pase a manos del gobierno.
«El mayor problema al que nos enfrentamos es el drama emocional de los niños y las secuelas que deja la separación de las familias y la destrucción de hogares por culpa de una política equivocada», señala Sandigo, que además de ser legalmente responsable de ellos se ocupa de apoyar su correcta alimentación y educación.
Los hijos de la migración
Aunque la mayoría de estos niños que tutela viven con parientes o amigos tras la partida forzosa de sus progenitores, en ocasiones se ocupa de algunos de ellos como si de sus propios hijos se tratara, acogiéndoles en su hogar y llevándoles consigo a todos sus compromisos.
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Es el caso de Valerie y Matthew Travi, hijos del matrimonio colombiano formado por Julio y Olga, que se vio forzado a pedir que la activista acogiera a los adolescentes después de que un juez les ordenara abandonar Estados Unidos tras más de once años intentando legalizar su situación.
Amenazado por la mafia del narcotráfico colombiano, contra la que luchó cuando era un policía de la unidad antidrogas de Colombia, Julio se niega a que sus hijos, nacidos en EE.UU., vuelvan al país latinoamericano, donde cree que sus vidas corren peligro.
Duras leyes contra inmigrantes
Esta es solo una de las situaciones que retrata «The Great Mother» y que es resultado de unas rígidas leyes de inmigración estadounidenses que ignoran las necesidades de los menores, obviando los efectos de que niños y adolescentes queden a miles de kilómetros de sus padres.
La historia de los Travi no sólo revela el dolor de padres e hijos, sino la desorientación y el desamparo de los menores, que desde edades muy tempranas quedan a la deriva, sin su principal referente para guiar sus pasos.
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«Cuando separas una familia es muy arriesgado. No sabes qué le va a pasar al niño, cómo va a reaccionar. Creo que los efectos a largo plazo de separar familias son completamente devastadores», cuenta uno de los directores de la película, Dave LaMattina, que junto a Chad Walker pasó más de dos años siguiendo la historia de Sandigo y los Travi.
Preocupada por los niños
La activista, que cuenta sólo con donaciones privadas para continuar con la labor de la fundación que lleva su nombre, apunta también el peligro que suponen este tipo de leyes migratorias no sólo para el presente, sino para el futuro de EE.UU.
«Mi gran preocupación es el futuro de estos niños. Están creciendo con ese enfado, ese resentimiento de que su propio país les está destrozando sus vidas, les esta dejando solos, les está quitando a sus proveedores», subrayó Sandigo.
«Vemos niños que están aislados, que están teniendo problemas para dormir, para concentrarse en las escuelas. Niños que están llorando constantemente, teniendo problemas de alimentación por diferentes causas», agregó.
La nicaragüense, que se declara apolítica, señaló asimismo que las deportaciones no son resultado sólo de la administración de Donald Trump, sino de la de Barack Obama, ya que durante su segundo mandato se deportaron a más de 2,5 millones de personas.
«Soy realista y no creo que la película cambie las políticas, ni que cambie las opiniones de la gente», confesó el codirector del film. «Pero espero que vean que cada inmigrante tiene sus circunstancias para cruzar la frontera. La gente tiene que verlo con más comprensión y compasión», zanjó.