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Humberto Belli: “ante la tiranía, sumisión o rebelión”
La Bandera Nacional ha sido protagonista en las protestas y manifestaciones cívicas que han ocurrido desde abril de 2018 en Nicaragua. Carlos Herrera | Niú
La Bandera Nacional ha sido protagonista en las protestas y manifestaciones cívicas que han ocurrido desde abril de 2018 en Nicaragua. Carlos Herrera | Niú

Una resistencia pacífica y heroica, con líderes fuertes, es el único camino para evitar una guerra o una esclavitud indefinida

     

Revista Abril, ha “entrevistado” a Humberto Belli, un controversial personaje político nicaragüense, miembro del Consejo Editorial de La Prensa, exministro de Educación entre 1990-1998 y acusado públicamente en 2002 por el cardenal Miguel Obando, de conspirar en el Vaticano para lograr su democión como arzobispo de Managua.
Más que una “entrevista” este ha sido más bien un coloquio, dado que el entrevistador, Francisco Larios, realiza un tú a tú con sus posiciones frente a las del entrevistado. Y Belli, de vez en cuando, le pregunta a su entrevistador, cambiando los roles y al final, le agradece el diálogo librado. Larios enmarca este intercambio basado en un reciente artículo de Belli reproducido en la misma Revista Abril, de un artículo originalmente publicado (20-07-2020) en el Diario La Prensa.

Necesitamos en Nicaragua este tipo de diálogos y debates, maduros y racionales, aun desde posiciones antípodas, sin esos lastres de ataques ad hominen tan frecuentes en nuestro medio político y cultural: descubriremos, con sorpresa, como en este caso, que pueden coexistir coincidencias y contradicciones en algunos puntos relevantes. Esta nota la dividiré en dos partes: En la primera, haré un extracto de lo dicho por Belli y en la segunda parte, presentaré mi crítica y reflexiones a esas afirmaciones.

Lo que ha dicho Belli

A continuación, se presenta un extracto de algunos mensajes relevantes expuestos por Belli en este diálogo:

— Cuando todas las puertas pacíficas se cierran, al pueblo solamente le quedan dos alternativas: la sumisión a la tiranía, o la rebelión.

— La rebelión es más deseable para mí, que la sumisión. Un rebelde sigue hasta las máximas consecuencias ese tipo de consigna como “libertad o muerte”, porque esa es la disyuntiva ante una tiranía.

— La oposición debe tener un plan A, B y C. Plan A, elecciones: si no funciona la salida electoral, debe haber un plan B, de resistencia cívica, que requiere mucho heroísmo; si esto no funciona, tiene que haber un plan C, que es la rebelión armada, la insurrección.

— La represión feroz del régimen ha sido eficiente, con un control extremo de la calle a través de la fuerza, que solamente se puede romper con una demostración masiva y simultánea de la fuerza popular, como planteaba Gandhi. Pero hace falta mucho por hacer en esta lucha cívica y es fundamental el acompañamiento de la gente.

— Hay gente como Félix Maradiaga, Violeta Granera, Juan S. Chamorro, Lesther Alemán…pero que necesitan más chispa para ser identificados por el pueblo. Les hace falta más contacto con el pueblo para surgir como líderes. Más presencia territorial y mucha valentía para hacer presencia en las calles. Hay un alto riesgo de muerte en estas movilizaciones, porque luchamos contra una dictadura, es decir, no es una lucha en medio de una democracia.

— He cambiado mi opinión sobre el ejército: El Ejército y en especial su alta comandancia, están comprados por Ortega. Le han dado legitimidad a un régimen asesino y fraudulento. Y, de hecho, han armado y permitido a las bandas paramilitares. Estoy de acuerdo que ellos son parte del problema y no parte de la solución, por la actitud del comandante Avilés.

— Si queremos transitar a la democracia vía elecciones, la única forma que Ortega dé elecciones libres es que esté seguro que su derrota electoral no significará la destrucción de su patrimonio, de su familia y el peligro de cárcel [4]. Si él siente esos peligros, se va a aferrar al poder, aunque masacre a toda Nicaragua. Tenemos un dilema entonces: se le da impunidad a Ortega, no hay justicia y con eso comprás la paz o, del otro lado, el afán de lograr justicia, ante todo, nos lleva a que no habrá salida pacífica, nos lleva a la violencia, porque Ortega defenderá su patrimonio, a su familia y del peligro de ser llevado a la cárcel.

— Hacen falta líderes que inspiren y puedan construir una salida no violenta, que evite esa salida violenta en Nicaragua.

— Muchas de las personas en la actual oposición, fueron cómplices de un régimen barbárico. Pero debería haber una declaración expresa de arrepentimiento por ello. Las personas pueden cambiar, pero deben ser cambios genuinos, demostrable en sus acciones y en un arrepentimiento bien claro y bien concreto.

— Hay que trabajar duro en el Plan B, una resistencia pacífica y heroica que es sumamente difícil, que requiere líderes muy fuertes, con convicción y capacidad de riesgo. Ese es el único camino para evitar el escenario pavoroso de una guerra o una esclavitud indefinida.

— En su exposición, referente a la factibilidad y necesidad de las elecciones con Ortega, Belli ha citado palabras del obispo Silvio Báez: “Para la dictadura, el poder significa sobrevivir. Jugarse el poder es entregarse a la muerte. Entregar el poder es quedar desprotegido ante la justicia. No veo a Ortega dando elecciones libres”.

Observaciones al planteamiento de Belli

La secuencia de Belli. Belli está planteando en su exposición, no tres escenarios, sino tres fases o secuencias de respuestas ante la dictadura militar sandinista. En esa secuencia, inicia recomendando aceptar en principio, al que llama PLAN A: Ir a elecciones con Ortega. Y más allá de 2021, si no funciona esa alternativa, entonces sí, organizar una insurrección cívica con grandes sacrificios de líderes y pueblo, a este le llama el PLAN B.

Y si, aun así, Ortega y FSLN permanecen, Belli dice que no quedará más portillo de salida, que la insurrección y violencia armada, que nadie ha querido, ni quiere; es el PLAN C.

Siendo optimistas, estas secuencias iniciarían entonces hasta 2022. ¿Y mientras tanto? ¿Y hasta cuándo y cuánto? No tendríamos la menor idea de los costos que deberemos pagar por esta espera. Pero es similar al razonamiento “estratégico” de la Alianza Cívica que nos condena a pasar por la rifa de apuesta con Ortega y “si nos roba las elecciones, llamaremos lueguito a la rebelión total del pueblo”, prometen.

Sobre esta secuencia de Belli, y sus consecuencias, he preparado este gráfico adjunto (mezcla arbitraria de un mapa conceptual y un “flujo de proceso”) que arranca con un par de premisas incuestionables: Estamos bajo una dictadura y el pueblo soberano se pregunta cómo salir de ella.

Mapa conceptual de secuencia y sus consecuencias, de Humberto Belli. Cortesía | Niú

Con la ayuda de este mapa conceptual o casi un flujo de proceso, ubiquemos de inmediato la primera fase de Belli: “Plan A. Hay elecciones con Ortega, con/sin reformas electorales y con/sin observación electoral certificada”.

Así vemos que, al margen que Ortega, igual que Trump en Estados Unidos, juegue a postergar las elecciones de noviembre 2021, al ser la celebración de elecciones por los sandinistas la expectativa principal de la misma administración Trump, de la OEA y de la Unión Europea (la “comunidad internacional” como idealiza la clase política “opositora” y los medios de prensa independientes), a Ortega le resulta lo más idóneo convocar a elecciones que no convocarlas. El criterio de ese eufemismo de “comunidad internacional” es que “peor es nada” en cuestiones electorales. Así que toda elección convocada por el sandinismo, se interpretaría como una concesión a la presión democrática y una “valiosa oportunidad de salida pacífica”.

Hacia un círculo pervertido. Con o sin negociación, como vemos en el gráfico, los resultados de esa ruta nos llevan a un círculo vicioso, pervertido, que puede significar la prolongación de la “esclavitud indefinida”, como nos advierte Belli.

Así que, en definitiva, las elecciones con Ortega, de la forma que se resuelvan, solamente favorecen a Ortega. Resultan ser su rescate y legitimación después de su criminalidad de abril 2018.

Conclusión: Elecciones bajo dictadura y con la dictadura, no conducen, por lógica elemental, a ninguna democracia. Solo es un rodeo de la dictadura, tratando de ganar más años de pervivencia.

Apretando la radicalidad. Siendo optimistas, el primer ciclo de elecciones CON Ortega/FSLN, les haría ganar tiempo por lo menos hasta 2026. Y otra apuesta por otros cinco años y así, eternidad de esclavitud. Pero Belli dice que, si las elecciones no nos hacen salir de Ortega, transcurridos cinco, diez, quince años o más, entonces habrá que organizar una rebelión cívica radical pero pacífica. Es su Plan B.

En el mapa conceptual con el que estamos visualizando estas fases de Belli, observamos que una insurrección cívica de alto calibre, puede conducirnos tanto a una salida de Ortega, como a una derrota del movimiento cívico antidictadura. Belli no visualiza qué pasa con Nicaragua si logramos que Ortega salga del poder con el Plan B, pero dice que si este falla (no habla de cuánto tiempo podríamos necesitar para saltar), deberemos pasar al Plan C, que es la insurrección popular armada.

Ese Plan C: ¿Cuánto tiempo después de estos intentos por fases necesitaríamos para desembocar, por desgracia, en una guerra civil y peor aún, cuánto tiempo podría durar una guerra civil con dos bandos: sandinistas y antisandinistas, abocados a su mutuo exterminio?

Lo no planteado por Belli. Lo no mencionado, está incluido en este mapa conceptual, qué es realmente lo que queremos que pase al día siguiente de la salida del poder de Ortega-FSLN. Y es claro: necesitamos un gobierno de transición que nos conduzca a las primeras elecciones democráticas SIN ORTEGA Y SIN FSLN, proscrito este como una organización terrorista y un peligro nacional al menos en los próximos 216 años (la condena de líder campesino Medardo Mairena por jueces sandinistas).

Hasta esas elecciones liberadoras, diversas plataformas políticas, exceptuadas las organizadas como sandinismo, competirán con sus planteamientos de cuál es el Plan de Nación que proponen para recuperarnos de tantas noches oscuras a las que hemos sido condenados por sandinismo, sandinistas, FSLN, orteguismo y murillismo. Esas deberán ser las elecciones constituyentes de una Nueva Nicaragua.

En definitiva. Con lo expuesto por Belli y en este comentario, la primera conclusión práctica a la que debemos llegar, es que aun NO HAY una visión estratégica de cómo salir de la dictadura y adónde nos conduce esa salida.

Por lo tanto, es simple onanismo político estar rasgándose las vestiduras por la unidad que nunca llega, cuando aún, ni siquiera como niños inocentes pero certeros, no nos preguntamos: ¿unidad para qué? Belli llega a hablar de guerra civil, pero una guerra civil sin objetivos estratégicos claros, es solamente una especulación política, no una propuesta de solución.

La reflexión está planteada y la ciudadanía debe hacer todos los esfuerzos posibles para analizar este tema de estrategia y de objetivos políticos. No es en el futuro que nuestras vidas estarán en riesgo: ya lo están y debemos actuar en consecuencia, en tiempo presente, conscientes de los costos, retos y riesgos a todos los niveles.

Sumisión o rebelión, cuál es el camino estratégico a tomar, es el tema a debatir, tal y como nos lo ha planteado, con todo y todo, Humberto Belli.

Lea también el artículo en el blog del autor.