De los ingleses parece venir este refrán: “la prueba del pudín se hace al comerlo”.
Digamos que algo así se avecina para los nicaragüenses, que nos hemos desgañitado gritando a favor y en contra del diálogo con la dictadura. El miércoles 27 de febrero se prueba el pudín. Ya se sabrá cómo sabe, cómo cae en el estómago, cuánto alimenta.
¿Cómo sabremos si el pudín no indigesta y no sabe amargo? Como en toda experiencia de comensal: muy fácilmente, y sobre todo muy rápidamente.
Veamos. El miércoles hay que estar pendiente de si el gobierno anuncia esto:
1- Todos los presos políticos van a ser liberados, y anulados los procesos judiciales en su contra;
2- La cacería humana en todo el territorio nacional cesa de inmediato;
3- Se restablece el respeto al derecho (no el derecho, que es inalienable) de protesta y marcha pacífica;
4- Se restablece el respeto al derecho (no el derecho, que es inalienable) a la libertad de prensa, por lo que se garantiza la libertad y seguridad de los periodistas exilados, y se devuelven los equipos e instalaciones a Confidencial, Esta Semana, y 100% Noticias;
5- Se desmovilizan los paramilitares y otros escuadrones de secuestradores y matones al servicio de la dictadura.
Si lo hacen, y lo cumplen, indiscutiblemente que es un paso adelante, y los prodiálogo podrán justamente afirmarlo así. Del pueblo demócrata los señores de la Alianza tendrán, de algunos, un voto de confianza, y de millones de escépticos, la voluntad de dudar de nuestro juicio anterior, de dejarlos hacer, porque algo habrían demostrado, y obviamente nosotros no lo sabemos todo; podemos equivocarnos–por eso es precisamente que somos escépticos.
Pero debe ser de inmediato, porque –ahora que está de moda la analogía con una situación de secuestro—un negociador honesto no da más tiempo al secuestrador a menos que este deje de matar a sus rehenes uno a uno.
Ustedes, señores de la Alianza, no deben acompañar la danza macabra de Ortega, no deben bailar con él al paso que él desea, mientras ostenta su control ilegítimo sobre las libertades que nos pertenecen, sobre nuestros derechos humanos.
Si lo hacen, si siguen sentados a la mesa sin que se cumplan las condiciones arriba enumeradas, estarán sirviendo al régimen a ganar tiempo, a espera de lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. De hecho, estarán amortiguando el posible impacto de lo que ocurre allá. Estarán fortaleciendo la posición internacional de la dictadura.
Quienes se oponen a las sanciones, en Europa, Estados Unidos, y otros países, dirán: “intervenir ahora es un acto de imperialismo; ya los nicaragüenses dialogan; ¿ven que no es tan terrible la situación?”.
Y conste, que el cumplimiento de las demandas arriba enumeradas nos llevaría más o menos de regreso a abril 2018, cuando explotó la olla de vapor de la opresión, e incluso en algunos casos hasta un poco después, al inicio de la represión infernal que la jauría orteguista lanzó contra el pueblo insurrecto.
En otras palabras, el cumplimiento de estas demandas no resolvería el problema, aunque sin su cumplimiento inmediato nadie puede insistir en continuar en diálogo con la dictadura y luego quejarse de que lo acusen de blando, ingenuo, pactista, o hasta de traidor. Y no olvidemos: nos habían prometido que iban a exigir que estas condiciones se cumplieran antes de sentarse a la mesa.
Pero bueno, vamos por pasos, logren que el gobierno ceda de inmediato a las demandas mínimas, y entonces comenzará el examen a fondo de la estrategia. Porque la dictadura estará todavía ahí, como el dinosaurio del cuento, aunque por el momento haga una pausa en su campaña de exterminio.