A Hansell Vásquez le gustaba soñar que tenía una empresa grande. Se veía dirigiéndola y dándole a su familia las comodidades que alguna vez les hicieron falta. Lo intentó varias veces. Primero inventó un negocio de hamburguesas caseras que fracasó al poco tiempo. Después creó una fábrica de jabones artesanales, pero tampoco prosperó y antes de ser arrestado y condenado, por supuestos delitos de terrorismo, creó una pequeña empresa de publicidad y contenidos audiovisuales. Pensó, que el refrán “la tercera es la vencida”, sería un presagio para él, pero el destino lo llevó por otros caminos.
En abril de 2018 se unió a las protestas cívicas que surgieron a raíz de las fallidas reformas al Seguro Social, que impuso la dictadura de Daniel Ortega. Abandonó su empresa y se fue a la clandestinidad, convencido de que Nicaragua necesitaba un cambio.
Su mamá, Liliam Ruiz, a diario se acuerda de él. A veces se descubre pensando en todo es mentira, que su hijo no está preso, que anda de viaje con una cámara en mano grabando y pronto regresará para enseñarle las imágenes que logró filmar. Luego vuelve a la realidad y se da cuenta lo fuerte que se ha hecho desde el 11 de julio del año pasado, cuando vio en las redes sociales la noticia de que su hijo lo había secuestrado un grupo de paramilitares en Catarina. Ella ha tenido que ser fuerte para transmitirle esa fuerza, dice, pero ahora que está a punto de hablar sobre quién es Hansell, de 26 años, los ojos se le llenan de lágrimas y un nudo en la garganta le impide hablar. Deprisa se levanta de su silla y con esfuerzo dice: “comiencen con mi marido mejor”.
“Para nosotros es bastante complicado. La ausencia de nuestro hijo es como un luto. Hay momentos que nos agarra un efecto depresivo porque quisiéramos tenerlo, quisiéramos tener el acceso a verlo seguidamente”, responde enseguida, Luis Vásquez, padre de Hansell, como si debiera explicar el dolor que cargan.
El 16 de octubre de 2018, Hansell Vásquez, Rodrigo Espinoza y Marlon Fonseca fueron condenados a 17 años y seis meses, 15 años por los delitos de terrorismo, dos años por tráfico de armas y seis meses por entorpecimiento de servicios públicos. A ellos, la Fiscalía también trató de acusarlos de “asesinato agravado, en grado de frustración, contra los trabajadores de la Radio Ya” y los señalaron de ser autores del incendio a esa radio oficialista, pero no se les probó nada.
Paso por Canal 8
Como en muchos casos, el periodismo llegó a la vida de Hansell Vásquez por vocación. Sentía esa necesidad de enterarse de todo y de cuestionarlo, dice su mamá. Por eso, cuando terminó el bachillerato inició esa carrera en la Universidad del Valle.
Sus años como universitario los vivió sin complicaciones. Cada vez sentía que esa era su carrera ideal y parte de su tiempo la ocupaba haciendo voluntariados sociales. Casi al finalizar su carrera le ofrecieron una pasantía en el área web de Canal 8, medio oficialista dirigido por uno de los hijos de Daniel Ortega, y allí empezó su vida laboral.
Meses después que terminó la pasantía, le ofrecieron una plaza fija que duró tres años y medio. Sin embargo, al poco tiempo de laborar en ese medio, confirmó cómo se ocultaba y se manipulaba la información a conveniencia del Gobierno. Esto provocó conflictos internos porque él comprendía cuál era su deber como periodista.
“Él renuncia porque se sentía demasiado agobiado. Había cosas que no le gustaban. Había que esconder información, que si mataron a alguien y fue un policía no había que publicarse. De hecho, hubo un caso en que él publicó una noticia y como estaba involucrada una gente del Gobierno le mandaron un memorándum”, dice su papá, Luis Vásquez.
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La indignación que sentía hacia el actuar de la Policía Nacional no era reciente. Sus padres recuerdan el enojo que tuvo el día que una patrulla policial abrió fuego contra el vehículo en que se movilizaba la familia Reyes Ramírez, en Las Jagüitas. Esa fue una masacre sonada en los medios del país.
“Él nunca tuvo ninguna afiliación política. Estaba informado de todo lo que estaba sucediendo. Le molestaban las injusticias. Cuando mataron a los niños en Las Jagüitas vino muy enojado. Ese día no pudo dormir por la indignación”, dice su papá.
Su carrera como periodista la terminó, pero no pudo obtener su diploma de licenciado porque no tuvo el dinero para pagar la titulación. Sin embargo, ese era uno de los planes antes de abril.
Cocinero y músico
De sus tres hermanos con quien más se relacionaba era con Jareth, el menor. A él, dicen sus padres, lo veía casi como un hijo. Solía aconsejarle que estudiara, cuando veía algún curso para él le decía “andá yo te lo voy a pagar”, “metete a todos los cursos que podás para que seas un profesional”, recuerda su hermano.
Su relación era tan unida que Jareth recuerda una ocasión en que él le dijo “tengo antojos de comer totopos” y Hansell se puso a ver videos en YouTube para cocinárselos.
“Él es buen cocinero. En diciembre él me ayudaba hacer la cena navideña. Y recuerdo que me decía ‘está salvaje porque yo participé’, dice Liliam Ruiz.
Por su amor a la cocina fue que animó a sus papás a inaugurar una hamburguesería en su casa. Él era quien se encargaba de prepararlas y también elaboraba una salsa especial que copió de internet. Pero, el negocio no funcionó.
La música también era una de sus pasiones. Aprendió a tocar en la iglesia evangélica a la que asistía. Allí formó un grupito musical que de vez en cuando iba a tocar a eventos. Hansell sabe tocar guitarra, bajo, percusión y conga.
“Tendría unos 12 años cuando aprendió a tocar. Aquí teníamos guitarras, pero por la misma necesidad las fuimos vendiendo. Él nos decía ‘vamos a vender estas guitarras, no vamos a pasar hambre por tener esta cosa aquí’”, cuenta su padre.
La lucha cívica
Desde que iniciaron las protestas estudiantiles por la negligencia del Gobierno, ante el incendio forestal de la Reserva Forestal Indio Maíz, Hansell Vásquez sintió que no podía continuar callando. En esos días fue a grabar las manifestaciones que encabezaron los estudiantes de la UCA. Y cuando surgieron las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguro Social (INSS) continuó documentándolo en las redes sociales. Al final de esa semana del 18 de abril de 2018 se unió a los estudiantes que se atrincheraron en la Universidad Politécnica (Upoli).
“Ya el 21 de abril él me dijo que iba a ir a defender su patria. Y su mamá le dijo ‘Tené cuidado que vos estás joven’. Y él le respondió: ‘Si porque estoy joven y no estoy lisiado es que tengo que defender mi país. Tengo que defender mi patria’”, recuerda su padre.
Desde entonces las veces que lo veían se redujeron. Él optó por irse a la clandestinidad y solo llegaba a su casa a traer ropa. Con su mamá es con quien se comunicaba todos los días. Hasta que a eso de las 6:00 p.m. del 11 de julio de 2018 tres camionetas llenas de paramilitares emboscaron el vehículo en que él, Rodrigo Espinoza y Marlon Fonseca viajan de Catarina a Managua después de dejar una ayuda.
Según le narró a su mamá, las camionetas rodearon el vehículo y de inmediato se bajaron unos hombres –que no se identificaron como policías -, los desnudaron y los golpearon. Después los subieron a las camionetas y los siguieron golpeando. Liliam y su esposo estaban en un culto cuando llegaron avisarles que en las redes sociales circulaba la noticia de su captura. Esa misma noche a todos los trasladaron a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como El Chipote. Y comenzó la odisea por para su familia.
“Para nosotros fue un golpe muy duro porque no nos esperábamos que pasara eso. Sabíamos que andaba involucrado en esto, pero nunca nos esperamos que los fueran agarrar. A él lo agarraron en el mes de su cumpleaños. Pasó su cumpleaños en La Modelo”, lamenta su hermano Jareth Vásquez.
Durante los primeros días que llegó a las celdas de La Modelo, Hansell fue torturado para supuestamente obligarlo a decir quiénes estaban financiándolos. Lo sacaban en las madrugadas para ir a interrogatorios. Después, él les dijo que ya no lo torturaban, pero sus papás creen que no les cuenta todo lo que pasa para no mortificarlos.
“Un día llegamos que la visita vimos que estaba golpeado, que tenía morado un brazo, le preguntamos y nos dijo que había pleito entre los presos y que le habían pegado, pero nosotros nos dimos cuenta que la policía lo sacó y le pegó. Él ha tratado de evitarnos el sufrimiento”, señala Vásquez.
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Para Hansell y su familia los seis meses que este 11 de enero de 2019 cumple en prisión por haberse manifestado han sido los más duros que han vivido en toda su vida. Su mamá no deja de pensar en él todos los días. A veces cuando quiere olvidarse de todo se va al cuarto a ver televisión y cuando es consciente ya está pensando en todas las veces que Hansell llegaba a su cuarto a ver televisión con ella. “No me dejaba ver nada porque siempre estaba hablando y entonces yo lo corría”, cuenta.
“Yo estoy muy orgulloso de Hansell por la labor que está realizando por la patria, es triste lo que le hizo la policía, pero yo sé que es parte de la lucha y él lo sabía”, dice su hermano, Jareth Vásquez.