Presos políticos

#PresosPolíticos: Levis Artola, el «canciller» de la UNAN Managua
Levis Artola solía asistir a las marchas autoconvocadas por los movimientos estudiantiles | Cortesía

Siempre llevaba un saco y una corbata, incluso en las manifestaciones estudiantiles. Su pose diplomática hizo que fuera llamado "el canciller".

     

Levis Artola —21 años, metro y medio de estatura, estudiante de derecho y “canciller” de los atrincherados de la UNAN Managua— tomó con firmeza el micrófono y se dirigió sin titubeos a aquella masa excitada de estudiantes postrados frente a la Universidad Centroamérica: “¡Le mandamos un mensaje al Gobierno y a todos esos sátrapas, de que no nos van a detener! Y vamos hasta el final. ¡Y nosotros vamos a ver la caída de esta dictadura!”, gritaba. Los universitarios, cargaban pancartas que exigían respeto a la autonomía y al seis por ciento constitucional vitoreaban.

Era raro verlo sin saco, sombrero y corbata. Ese día, decidió hablarles a aquellos estudiantes vestido de jeans, tenis y una camisa de la Cudj, el movimiento estudiantil al que pertenecía. Incluso dentro del recinto donde él y un centenar de estudiantes permanecían atrincherados con el fin de exigir elecciones justas y la salida de UNEN el traje de gala formaba parte de la personalidad de Levis. Meses antes lo había comprado en una tienda de segunda mano del Mercado Oriental.

—Van a decir que ese saco te lo donó la CIA —le dijo con jocosidad Química, también estudiante de la UNAN y una de sus mejores amigas. Ambos se conocieron en medio de las barricadas y detrás de las trincheras.

—A mí qué me importa —replicó Levis.

Su garbo de diplomático le dejó un apodo: le decían “el canciller”, y no solo por su vestir, sino por su desenvoltura al hablar y su rol de “enlace” entre las organizaciones de derechos humanos y los estudiantes. Este trabajo lo llevaría a toparse con personajes como Paulo Abrao, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); y Bianca Jagger, colaboradora de Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Después de la toma de la UNAN Managua, el siete de mayo, decidió quedarse en el recinto. Los ataques a los atrincherados eran constantes. Cada noche, las barricadas de adoquín, madera, llantas y todo lo que los estudiantes encontraban para impedir el acceso al campus, se convirtieron en testigos del odio que el régimen de Daniel Ortega destilaba hacia aquellos universitarios atrincherados. Mientras tanto, los rostros públicos de la resistencia, como el de Levis, ayudaban a recaudar víveres y a denunciar en el extranjero las agresiones ocurridas.

“Él buscó alianzas en los recintos regionales. Su rol era buscar apoyo logístico y nosotros nos movíamos a cada uno de estos recintos. Ahí conocimos a otros líderes universitarios de los departamentos y creamos conexiones”, agrega Química vía llamada telefónica, pues tuvo que exiliarse debido a la persecución política del régimen contra los universitarios.

En sus visitas tenía reuniones con personas interesadas en conocer la situación de los estudiantes de la UNAN-Managua (Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua), a quienes él representaba y quienes aún se mantenían refugiados en la universidad en forma de protesta cívica. Eran días agitados. Con una agenda llena, entre sonrisas, dijo en aquella visita: “por eso me molestan mis compañeros, diciéndome ‘canciller’”.

Su talento y capacidad como vocero los echó a andar desde muy joven. También su necesidad de cuestionar y criticar las decisiones del gobierno de Daniel Ortega, que se hizo del poder desde 2007, cuando Levis cursaba su tercer grado de primaria. “A mí me aplicaron toda esa política de Estado en el tema de educación, siempre implementaron la politización… En la secundaria fue muy difícil para mí porque había una gran manipulación de los estudiantes y con las notas. Si no participas, no te ponen nota, tenés que involucrarte en las participaciones políticas y apoyo al partido (FSLN) y yo lo hice”, manifestó en una entrevista realizada en San José.

Para Levis, lo más indignante durante los 11 años de gobierno de Ortega ha sido la falta de libertad de expresión, que va desde el acaparamiento de los medios de comunicación hasta la prohibición absoluta de la crítica en los centros educativos: “Una vez hicimos un periódico informativo en el colegio y nos censuró el alcalde, el delegado del Ministerio de Educación y los concejales de la Alcaldía, a través de los profesores y director. Nos sentaron en el banquillo de los acusados porque teníamos un periódico informativo y crítico. Estuvo en riesgo mi semestre”.

Sus objetivos eran claros. Según él, si flaqueaba la base de la pirámide, la gravedad haría tambalear la cúspide. Uno de esos pilares que los estudiantes pretendían botar era UNEN, el brazo político del FSLN dentro de las universidades estatales y que en los últimos años ha sido señalada con dureza por la falta de transparencia y corrupción en sus esferas.

Levis Artola era llamado «el canciller» por su forma de vestir y su actuar diplomático | Cortesía

Levis trabajaba en estrategias para reconstruir una autonomía universitaria rota por el uso de elementos partidarios dentro de los recintos, denuncias de corrupción en el manejo de los fondos para becas y chantaje a maestros y estudiantes.

“Cada semana apuntábamos en una cartulina los objetivos que cumplíamos. Él hablaba de la resistencia universitaria como algo magnífico, primero porque iba a caer la dictadura y con ellos recuperaríamos la autonomía universitaria y reformaríamos los movimientos con enfoque de derechos humanos y diversidad ideológica. Esos eran sus planes”, asegura Química.

De escultor a dirigente estudiantil

A más de cien kilómetros de la capital, en el municipio de San Dionisio, Matagalpa, Nicolás Artola escuchaba en su radio los pronunciamientos que su hijo leía en algunas reuniones con defensores de derechos humanos. “Cuando él nos llamaba por teléfono, nos decía que la lucha tiene que ser así… que uno tiene que meterse de lleno”, cuenta. Sentía preocupación y más de alguna ocasión intentó persuadir a su hijo que dejara el movimiento.

En esta localidad ubicada a tres horas de Managua y cuya economía se sustenta a base de cultivos y ganadería, Levis vivió toda su vida, hasta que obtuvo una beca de Derecho en la UNAN Managua. Pero antes de irse, dejó su propio legado: en el Instituto donde estudió la secundaria elaboró una serie de esculturas en piedra, donde su firma aún permanece.

“Cuando iba a salir de quinto año quiso dejar algo para que lo recordaran. A él le habían pedido un mural, pero salió con una enorme roca de dos metros que no sé cómo la cargó, y talló en ella el escudo y el mapa de Nicaragua”, relata Amy Artola, hermana de Levis.

Parte de las esculturas que realizaba Levis Artola en su ciudad natal | Cortesía

Él aprendió solo, después de conocer a los doce años las artesanías fabricadas en Catarina, municipio de Masaya. A falta de barro, tomaba las piedras porosas de la finca de su abuelo y con un cincel moldeaba el material hasta dominar la técnica.

Así transcurrían los días en el campo, en medio de los estudios, la escultura y su biblia, la misma que hoy tiene dentro de las celdas del Sistema Penitenciario Nacional, donde permanece a la espera de su juicio, el 14 de enero. La misma que ha usado para realizar cultos dentro del presidio, junto a los otros presos políticos del régimen de Daniel Ortega.

Pero ahora, Levis no puede ver a nadie, ni hacer las oraciones conforme a su religión cristiana. En los últimos meses permanece recluido en una celda de castigo, sin luz. Cada cierto tiempo los custodios golpean las láminas de metal que cubren las rendijas, como una forma de tortura. Todo por haber cantado el himno nacional.

Antes de ser encarcelado, dijo: “Cuando termine todo esto, me quiero tomar unas vacaciones. Luego, quiero participar en algún proceso de paz, formular un proyecto de paz y la reconciliación que debe haber. Mi esperanza es que los oportunistas no se aprovechen de esta lucha, que no lleguen los carroñeros a comerse el botín. El botín es la democracia y debe ser repartido al pueblo”, concluyó por aquellos días en que aún no imaginaba que un costo más que habría que asumir como parte de la lucha sería el de su libertad y la de más de 500 presos políticos que hoy se encuentran encarcelados por el régimen de Ortega.

De dirigente estudiantil a preso político

El 25 de agosto se volvieron a quemar llantas en León. Frente a la estación policial de la ciudad, un grupo de pobladores reclamaban la libertad de los voceros estudiantiles capturados esa tarde cuando se dirigían a una manifestación cívica: Byron Corea, Yaritza Mairena, Victoria Obando, Christopher Nahiroby Olivas, Luis Quiroz y Levis Artola fueron algunos de los secuestrados. Pero esa noche, la el repudio de los leoneses fue aplacado por los simpatizantes del régimen. El grupo de estudiantes fue trasladado a las horas a la Dirección de Auxilio de Judicial, en Managua.

Levis Artola junto a Medardo Mairena. Ambos son presos políticos del régimen | Cortesía

Nicolás Artola salió de su pueblo al día siguiente. Llegó a El Chipote, donde preguntó si ahí estaba su hijo. “Yo lo que pensé es que me lo podían matar, porque eso es lo que hacen aquí”, agrega.

Cinco días después, Levis fue presentado por la Policía Nacional junto a los otros seis estudiantes que andaban con él. “Este grupo será procesado por los delitos de terrorismo, homicidio, incendio, secuestro, robo con intimidación y amenaza de muerte”, aseguró la Policía. Según el comisionado Farle Roa Traña, ellos son “responsables de quemar» el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), donde murió el estudiante Cristian Emilio Cadena. Pero ninguno de estos procesos judiciales han cumplido con los principios de legalidad, afirman defensores de derechos humanos.

Lo último que han sabido los familiares de Levis Artola es que permanece en una celda de castigo por haber cantado el himno de Nicaragua.

Su hermana cuenta que sale de la celda de castigo tres veces por semana para asistir a “interrogatorios”, le pasan alimentos en mal estado y no comestibles. Sin embargo, las personas que lo conocen, como su mejor amiga Química, afirman que su entereza es inquebrantable.

“Sé que no ha perdido las esperanzas, porque sabe cómo somos y que no nos vamos a dejar intimidar por el Gobierno. Hay una frase que él había convertido y que nosotros la llevamos para el día del estudiante, decía que, con libros y autonomía, ganaremos valentía”, dice Química, aún con esperanzas.