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Deudas con prestamistas son «lo peor de lo peor»: la cereza del pastel
Prestamistas
Foto: Pexels.com | Niú

Lo que pagás realmente por los créditos rápidos, es mucho más de lo que creés. Leé a Elaine Miranda de Plata con Plática sobre los prestamistas

     

Imaginate que estás haciendo un pastel. Comprás los ingredientes, mezclás la harina con huevos, leche y mantequilla, metés la mezcla al horno y esperás que se cocine. Una vez sale y se enfría, le colocás el relleno, le ponés el baño, quizá lo decorés con confitura y ya para finalizar, en el centro del pastel le ponés una cereza.

Cientos de personas me han escuchado dar este ejemplo en charlas y conferencias donde abordo el tema de los créditos y las deudas y, al final, termino por comparar a los prestamistas con esa cereza del pastel. Porque lo son.

¿Cómo así? Bueno, lo que estos 8 años dedicándome a las finanzas personales y los miles de correros y casos que he leído y conocido, me han mostrado que, en su mayoría, las personas recurren al prestamista cuando nada más ha funcionado. Y con esto no me refiero a que la banca u otras instituciones financieras simplemente no hayan querido dar un préstamo –ojalá fuera esto-, sino que lo que suele suceder es que ya agotaron casi cualquier fuente de crédito y lo último que les queda es el prestamista: la cereza del pastel.

Veamos uno de los tantos caso que han llegado en estos años para explicarte a qué me refiero:

Hola, buenas noches Elaine. Soy muy consciente de lo que explicaré a continuación. Ya hace unos 5 años empecé a contraer deudas con prestamistas, pues no contaba con empleo y tenía un bebé de 2 años. A pesar de que mi esposo trabajaba ya tenía en ese entonces deuda de una motocicleta que había adquirido porque el trabajo que tenía se lo solicitaba.

Solo él trabajaba y el dinero no alcanzaba. En ese entonces llevábamos 2 años de casados, él tenía 24 y yo 26. Vivíamos en casa de mis padres. Cubríamos los gastos de servicios básicos, etc. En sí, el problema se presentó cuando él empezó a adquirir deudas para cubrir gastos, pagar tarjeta de crédito y cubrir cuotas de la moto. Al ver la situación y para ayudar yo solicité préstamos a familiares (primero), luego a personas que me recomendaban. Empecé con 500 córdobas hasta llegar 1500 dólares a tasas del 20%-30% mensual.

Mis padres me ayudaron a cancelar deudas que habíamos contraído los dos. En ese entonces quedamos desahogados. Pero no sé por qué él no pudo pagar los 100 dólares mensuales que mis padres habían fijado. Para poder pagarles volví a contraer deudas con prestamistas (creyendo que esta vez sí podría pagar).

No pagué una deuda que tenía con una casa comercial y mi récord se manchó. Tampoco pude cubrir otra deuda con una financiera. En la actualidad mi salario es de 6191 córdobas y tengo deudas descontroladas con varios prestamistas que suman 5000 dólares. Tengo un embargo ya casi haciéndose efectivo a la financiera que no pude cubrir.

Y estoy agobiada porque no sé qué hacer. Me separé por la misma situación, tuve crisis emocionales fuertes. Ahora tengo dos hijos. Yo sé que mi caso es extremo, pero no he podido controlar el hecho de seguir adquiriendo deudas ya que los problemas siempre están, pues mi ex no me ayuda económicamente. Sus finanzas también son inestables.

Por favor podrías orientarme. Yo sé que mi caso es fuera de lo normal y con mi salario es imposible. Gracias y saludos.

Aunque de primera instancia esta persona (a quien mantendremos en anonimato) hace mención a los prestamistas, al leer hasta el final nos damos cuenta que ésta NO fue su primera opción. Por el contrario, ya había tomado préstamos automotrices, topado tarjetas de créditos, préstamos a familiares y casas comerciales. Fue cuando se vio ahogada por los otros préstamos que se fue con el prestamista, el peor camino que pudo haber tomado.

Y si hay algo que quiero dejar claro es que ella no está sola. De hecho miles de personas pasan por situaciones parecidas a la de ella y toman más o menos el mismo camino: ir con el prestamista cuando ya topaste todos tus otros créditos es el modus operandi de miles de latinos que, en la desesperación por tener algo de liquidez, se meten a la boca del tiburón.

Muchas de las empresas que nos piden charlas y talleres para sus colaboradores lo hacen precisamente por el serio problema de deudas que tienen. Y es que estas empresas se han dado cuenta que una persona que está endeudada y con serios problemas financieros no puede ser productiva, creativa o eficiente en su trabajo. Jamás.

En este sentido, hay de todo en la viña del Señor. Empresas en las que el problema principal es la tarjeta de crédito, empresas en las que es el crédito que ellas mismas les otorgan como parte de los beneficios, y empresas en las que son estos prestamistas quienes tienen ahogados y en la calle a las personas. Este tipo de préstamos los hemos visto, sobre todo, en zonas francas, empresas en los mercados y distribuidoras grandes.

En los casos más críticos han habido gerentes de Recursos Humanos que me cuentan que el nivel de deudas ya es tan serio que el prestamista es señor, dueño y poseedor de la tarjeta de nómina de los empleados. Sí, ya llega el punto en que estas personas se auto-pagan cada quincena, lo que implica que la persona está literalmente trabajando solo para pagarle.

Nunca olvido una mañana, hace varios meses, en que antes de ir al gym (me voy todos los días a las 5:20) pasé por el ATM –que normalmente a esa hora está vacío- y había una señora a la que tuve esperar un largo tiempo. Cuando me percaté de lo que estaba pasando, me di cuenta que ella tenía unas 25-30 tarjetas de débito en sus manos y de cada una sacaba un monto que el papel en su mano le decía.

Supe inmediatamente de qué se trataba y me dio un coraje que no te puedo comenzar a explicar. Mientras ella sentía que estaba recuperando el dinero de su negocio (porque sí, lo ven como su empresa), yo solo podía pensar en las personas que me habían escrito desesperadas y aquellas que me había tocado recibir en mi oficina con lágrimas en sus ojos por el nivel de deudas al que habían llegado.

Y es que el problema es que la tasa de interés es tan alta que la mayoría de personas lo único que pueden pagar mensualmente son los intereses. Esto hace que mes a mes vos pagués, pero que en realidad tu deuda –el principal, el monto que prestaste- siga intacta. Para que tengás una idea, yo he escuchado tasas desde el 10% mensual en hospitales, al 30% mensual en zonas francas, al 10%-20% DIARIO en el mercado, sobre todo para vendedores ambulantes. Estamos hablando tasas anualizadas de 120%-360%-3600% que, al compararlas con un 18% de un préstamo personal nos damos cuenta que es un robo a mano armada.

Vos memorizate lo siguiente: entre más fácil sea que te den un crédito, más difícil va a ser para vos pagarlo. ¡GARANTIZADO! Normalmente pensamos que ir al banco es lo más duro y es que son quienes más requisitos te piden, pero también son quienes te dan la tasa más baja. Luego vamos avanzando en requisitos menos rigurosos y tasas más altas con las micro-financieras, tarjetas de crédito, financieras y casas comerciales, y cerramos con la cereza del pastel: los prestamistas. Prácticamente 0 requisitos, te dan el crédito inmediato, pero vos podés pasar años de años pagando.

A lo que quiero ir con esto es que el prestamista, con esas tasas y bajo esas condiciones, nunca debería ser una opción. Aunque suene contradictorio, la PEOR razón para pedir un préstamo es que no tenés dinero… y suele ser exactamente la razón por la que pedimos créditos. Pero velo así: si no tenés dinero para pagar tus gastos y/o para vivir, ¿de dónde vas a sacar dinero para pagar el préstamo?

Y es ahí cuando comienza la espiral de deudas, pues cuando a los meses la persona ve que no puede pagar y ya las cuotas mensuales se le juntaron, va por otro, otro y otro más. Me ha tocado conocer personas con tal nivel de endeudamiento que tendrían que dedicar más del 100% de sus ingresos mensuales solamente a las cuotas de sus préstamos y, obviamente, esto es irreal.

Si la razón por la que estás considerando ir con un prestamista es que el banco u otra institución ya te dijo que no, en lugar de buscarle 3 patas al gato yendo con alguien más, agradecé que te dijeron que no y buscá cómo salir de esas deudas.

Velo así: el negocio de toda institución financiera (banco, casas comerciales, financieras y micro-financieras) es el crédito, por lo que ellos siempre van a hacer hasta lo imposible para dártelo. Si te dicen que no es porque de plano ya vieron –con los miles de estudios que hacen para conocer el nivel de riesgo de la gente- que vos NO vas a poder pagarles. Entonces, salí de ahí con tu cabeza en alto, no te lamentés por el crédito que no te dieron, no se te ocurra subir en la escalera de los intereses buscando un prestamista y mejor buscá cómo recortar gastos, subir ingresos y pagar tus deudas.

Vivir con deudas, del tipo que sean, no es una buena vida y millones de personas alrededor del mundo se lamentan por ellas cada noche y se preocupan por cómo pagar. Algunas de éstas son buenas (las que tienen la posibilidad de traerte más dinero), otras son malas y otras son peores. Las deudas con prestamistas son lo peor de lo peor: la cereza del pastel.

¿Y vos? ¿Has tenido experiencias con este tipo de deudas? ¿Cómo te ha ido? ¿A qué tasa te prestaron? ¿Cuánto tiempo te tomó pagar?

*Este artículo fue publicado originalmente en el blog de la autora: Plata con Plática