Cultura
Reportero de guerra y exguerrillero sandinista, el delegado español volvió a Nicaragua 40 años después y manifestó sentirse decepcionado.
“Aquí no estamos ante una conspiración internacional, estamos ante una fractura verdadera”, dijo el parlamentario español Javier Nart, mientras extendía su brazo para mostrarle al periodista oficialista de Canal 2 una fotografía de él tomada en 1979.
En dicha imagen, aparece herido, con pelo largo, camisa desabotonada y unas gafas. Hace 40 años, en junio del 79, el último mes de vida que le quedaba a la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, el ahora diplomático fue herido en el cráneo por una metralla, cuando formaba parte en el Frente Sur “Benjamín Zeledón”. “Yo me jugué la vida aquí en Nicaragua y de eso me siento profundamente orgulloso”, reiteró cuatro décadas después en una visita que realizó una misión de la Unión Europea para constatar la crisis política que atraviesa el país.
Antes de convertirse en miembro del Parlamento Europeo, dentro del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, Javier Nart (1947) fue corresponsal de guerra entre 1977 y 1984 en las zonas más conflictivas del mundo como Yemen, Zimbabue, Líbano, Palestina, Camboya, Laos, Irán, Irak, Chad y, por supuesto, Nicaragua, que apenas se había librado de una dictadura.
En el Frente Sur, conoció a Edén Pastora, “el héroe más conocido de la revolución-epopeya sandinista, máximo responsable del «Benjamín Zeledón».”, según narra en sus memorias.
Pastora le había advertido la primera noche que arribó a Nicaragua: “Duerme con la cabeza junto al bordillo de cemento. Es más seguro. Si esto se pone más feo, sal de la casa y tírate a la zanja que tienes al lado. Bienvenido a Nicaragua”. Así recuerda aquel saludo, mientras el sonido de los grillos en la noche se mezclaba con el “silbido” de las balas.
En el capítulo “Con el Frente Sandinista, la primera en la frente, herido en combate”, que es el primer relato de su libro “Nunca la nada fue tanto”, el español narra cómo fue herido de bala en el combate. Ahí, en esas páginas, está la historia detrás de la fotografía que presentaría cuarenta años después en Nicaragua.
“Palpo mi cabeza. Percibo carne abierta en la parte posterior. Sangro abundantemente. Aprieto el hueso. Está entero”, relata en el libro, donde perfilan otros capítulos de países donde fue corresponsal de guerra. La metralla le había cortado el cuero cabelludo raspando el cráneo y produciéndole una leve conmoción cerebral.
Pero su relación con Nicaragua había inició desde 1977, cuando en el Congreso Internacional de la Liga por los Derechos y Liberación de los Pueblos —celebrado en Barcelona—, conoció al poeta Ernesto Cardenal, a quien el europarlamentario describe como “un Che Guevara” que se paseaba por España con su boina negra a pesar del calor del mediterráneo.
El eurodiputado Javier Nart le respondió así a un periodista de la dictadura Ortega-Murillo: Con una fotografía, su pasado guerrillero en Nicaragua, y sus deseos por «libertad verdadera» para este país #SOSNicaragua pic.twitter.com/JroadYuPcE
— Wilfredo Miranda (@PiruloAr) 26 de enero de 2019
Siete días antes de que iniciara la insurrección popular, le llegó una llamada telefónica de un hombre que le decía: “Javier, muchas felicidades”. Esa era la clave de que en el Nicaragua estallaría de una vez por todas la última etapa de la Revolución. En seguido alistó su maleta, se despidió de su esposa y de sus hijos y partió como “turista” a San José, Costa Rica, donde se concentraría con los rebeldes sandinistas.
En esa década, el FSLN era uno de los objetivos principales en la política del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de donde Nart era miembro, y de la mayoría de los movimientos de izquierda del mundo.
“Jamás pensé que la bandera rojinegra terminaría así”
Hace unos días, el exreportero volvió a Nicaragua, ahora como diputado del Parlamento Europeo. Arribó junto a once parlamentarios de la Unión Europea y visitó cárceles donde permanecen presos políticos.
Sus declaraciones contundentes y su evidente decepción hacia el actual FSLN que alguna vez apoyó hicieron eco en las redes sociales.
“No luché para tener a mis amigos en el poder, se lo aseguro. Mi vida vale mucho más que eso”, dijo el eurodiputado en una conferencia de prensa donde la misión presentó las conclusiones de la visita. También mencionó las condiciones en las que se encuentra el periodista Miguel Mora, confinado en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como “El Chipote”.
“Unas cárceles donde los presos duermen sin colchón, donde un preso lo que pide es sencillamente una bombilla y la Biblia, que no puede salir, aunque el trato que tiene de parte de los funcionarios es correcto, son unas condiciones intolerables, sobre todo cuando la razón sencillamente es ejercer el derecho a la libertad de prensa”, sentenció.