En pantalla
Una cinta que propone la inquietante idea de que sobrevivir en un sistema injusto depende de algún grado de complicidad
La alegoría revolucionaria del director surcoreano Bong Joon Ho tiene bastante tiempo de esperarte en el menú de Netflix. Ahora ha adquirido matices de rabiosa actualidad. El estallido de violencia y opresión que se vive en Nicaragua conecta con sus temas. Su protagonista es el actor norteamericano Chris Evans, protagonista de “Avengers: Infinity War” (Anthony y Joe Russo, 2018), donde interpreta al Capitán América, otro tipo de héroe. Durante su estreno en el año 2013, la película se vio envuelta en una controversia ajena a su contenido. Harvey Weinstein adquirió los derechos de distribución para Estados Unidos, y se disponía a reeditarla para que durara menos de dos horas, en contra de los deseos de su director. Al final, la película se estrenó íntegra, pero en un número reducido de pantallas.
La inspiración es la novela gráfica “Le Transperceniege”, de los autores franceses Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette. En el futuro de pesadilla que dibuja, los esfuerzos de la humanidad por detener el calentamiento global terminan de condenarnos. Un químico liberado en la atmósfera para enfriar al planeta es tan efectivo, que desata una nueva era glacial. Los únicos sobrevivientes viven a bordo del “Rompenieves”, un tren que cruza la tierra en movimiento perpetuo. Dentro de sus vagones, tenemos un microcosmos de la sociedad moderna: una minoría vive lujosamente en los vagones frontales. Un ejército los separa – y protege – de los pobres que habitan en los vagones traseros. El sistema se apoya en la idolatría a Wilford (Ed Harris), el millonario inventor del tren.
https://youtu.be/jAPQzW_djGY
En “The Host” (2006), el director había probado como partiendo de una premisa propia de la ciencia ficción en clave popular, que podía llevarnos a lugares oscuros y complicados. “Snowpiercer” comparte su particular manera de mezclar la comedia con el drama, lo ridículo con lo terrible. Los proletarios del tren languidecen sin un líder, alimentándose con las asquerosas barras de proteína gelatinosa que el sistema les provee, ocasionalmente cediendo niños a los paramilitares, con fines desconocidos. La tropa es comandada por Mason (Tilda Swinton), una civil que se deshace en alabanzas por el líder a la vez que dispensa violencia. Cualquier parecido entre sus diatribas y las de la vicepresidenta de Nicaragua es mera coincidencia, o prueba de que la propaganda totalitaria siempre suena igual en cualquier idioma. Eventualmente, surge un líder que la confronta. Se trata de Curtis (Evans), un hombre traumado que encuentra fortaleza interna bajo la tutela de Gillian (John Hurt).
La película supuso la primera vez que Bong Moon Ho trabajaba con un reparto internacional. Esto contribuye a infundir universalidad en la parábola, y armoniza con la dinámica cultural de nuestro mundo globalizado. Es una estrategia similar a la que aplicó después en “Okja” (2017), la sátira humanista que produjo poco después para distribuir vía Netflix. La tripulación incluye actores británicos, norteamericanos y dos veteranos de su filmografía, Kang-ho Song (Memories of Murder, The Host) y Ko Asung (The Host), interpretando a un ingeniero veterano de la empresa y su hija. Tilda Swinton se roba cada una de sus escenas con una exquisita caricatura de servilismo y brutalidad. Ver a John Hurt en uno de sus últimos papeles infunde una carga de melancolía en la empresa.
Toda la película está construida para llevarnos al encuentro climático entre Curtis y Wilford. La escena, bendecida por la potente actuación de Harris, revela nuevos niveles de complejidad en la fábula. El duelo verbal revela sombras en el héroe, y propone la inquietante idea de que sobrevivir en un sistema injusto depende de algún grado de complicidad. Es una idea compleja, que no logra desarrollarse más allá de algunas chocantes revelaciones. Pero no busque mucho realismo en este mundo de emociones exaltadas y estética steampunk, altamente endeudada con el cine de Terry Gilliam -reconocida implícitamente en el nombre del personaje de Hurt–.
Desde que asumimos la fantástica premisa, nos matriculamos para aceptar su extraña construcción. ¿Cómo funciona el vagón-acuario? ¿De dónde sale la asquerosa materia prima de las barras de proteína? Es mérito de la fascinante visualización que uno empiece a preocuparse por la logística. Su capacidad para apagar la incredulidad debe trabajar extra, especialmente para saltar algunos agujeros de la trama, pero el esfuerzo se ve recompensado.
“El Expreso del Miedo”
(Snowpiercer)
Dirección: Bong Joon Ho
Duración: 2 horas, 6 minutos aprox.
Clasificación: * * * (Buena)
*Disponible en Netflix*