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Tiempo para la patria
Ilustración: Juan García
Ilustración: Juan García

"Usemos el tiempo para pulirnos en educación, equiparnos de habilidades, dones, y talentos, para crear una mejor Nicaragua"

     

El tiempo en Nicaragua parece ser el nuevo aliciente de todas las dolencias y heridas, y esto no es nada nuevo, solo que ahora las dosis de esta «crono crema» son más altas y andar enjalbegado de pies a cabeza es la nueva salida en este pueblo que para muchos, está en el fin del mundo.

Nicaragua, una nación con un gran enfoque para el lucro, pero al mismo tiempo olvidada en tiempos de conflicto, no ha podido cortar con la maldición de sangre y corrupción que la ha plagado por muchos siglos.

En este pueblo en el fin del mundo, el tiempo ha cobrado tangibilidad, sus pobladores tienen la capacidad, o mal hábito, de recurrir a este cada vez que surge el conflicto. Y esto es, para olvidar, para regenerar, y para continuar en el inacabable y sobrevaluado bacanal.

En esta nación preferimos el buen sabor de una cerveza, que el sabor ferroso de la sangre de nuestros hermanos.

Reaccionamos con los pies y el galillo a la hora de los conflictos, pero luego recurrimos al infame tiempo para darnos un chance, evadir la realidad, tomar un break, y regresar a nuestras vidas, que al menos fueran productivas, pero regresamos a una realidad de entretenimiento, banalidad, y falta de educación.

Entonces son dos factores los que están operando aquí: por un lado, el tiempo escamoteado para sanar heridas, y el tiempo malversado para deleites mundanos.

Ya lo dijo Antoine Saint Exupery en su excelsa obra ‘El Principito’: “El tiempo que perdiste por tu rosa, hace que tu rosa sea tan importante.”

Todo este tiempo mal gastado nos ha salido extremadamente caro, nuestra patria ha pasado a segundo plano, y ahora nos está siendo casi imposible recuperarla.

En los últimos 30 años Nicaragua ha sucumbido en los deleites antes que en la diligencia del trabajo y a la educación.

Los líderes gobernantes han optado por usar esto como su arma secreta, y han puesto su bota lodosa y montuna sobre el lomo del buen nicaragüense: vos y yo.

Lo más valioso que tenemos es el tiempo: el momento en que haces el amor con tu esposa, las mañanas en que te hacen unos panqueques de mora y banano, la hora de hacer tareas con tus hijos, tus seis-ocho horas de sueño, esos dos segundos el beso de tu madre que estalla en tu mejía, la herida que se vuelve cascarón y cae, la media hora para que la esperma alcance el óvulo.

No usemos el tiempo como una crema antidolores, solamente para agarrar fuerzas y malgastar el tiempo en nuestros deleites. En vez, usemos el tiempo para pulirnos en educación, equiparnos de habilidades, dones, y talentos, para crear una mejor Nicaragua.

Al final, quiero ver una Nicaragua no en el fin del mundo, pero postrada en lugares altos, llena de gente no sólo trabajadora, ni buena en su profesión, sino diligente y SOBRESALIENTE en su profesión.

El tiempo no es crema para el dolido, ni droga para el ocioso, es un recurso intangible que debemos invertirlo tomando acciones concretas de cambio, de transformación, progreso, desarrollo, y principalmente autosuficiencia y democracia sostenible.