En la casa de los Roberts Mulligan hay una extraña pasión hacia los aviones. La bisabuela cruzó piloteando una avioneta por debajo del puente de San Francisco, en Estados Unidos, uno de los yernos trabajó en el programa aeroespacial de la NASA, uno de los nietos se convirtió en piloto y hubo una vez, una niña que soñó con ser aeromoza y terminó viajando, pero como periodista.
Su nombre es Tifani María Roberts. Y a la fecha, es la periodista nicaragüense más premiada en la televisión estadounidense. Es nica, aunque nació en Filadelfia, EE. UU. y a primera vista sus rasgos son de norteamericana. Tiene la piel blanca, el pelo claro y los ojos color avellana. Además, que al ser de aquí y de allá, cambia de idioma con una rapidez casi imperceptible. En momentos se le oye el hablado de “buen nica” y en otros, el inglés de los nativos.
“Yo soy una raza rara”, se justifica. “Soy nicaragüense nacida afuera. Esa es la mejor manera en que yo te lo puedo describir. (Pues) la única diferencia entre vos y yo, es que yo no nací aquí, pero yo soy tan nicaragüense como vos. Inclusive, yo crecí sin saber que había nacido en otro país”, dice.
Tifani es la tercera de cuatro hermanos. Todos nacidos en Estados Unidos, pero criados en Nicaragua. Vivieron durante un tiempo en San Juan del Sur, Rivas, y allí aprendieron a nadar “por puro mar”, como dice June Mulligan, su mamá. Después se mudaron a Granada y por último, a Managua.
Fue en esa época, los años setenta, en que Tifani viajó por primera vez y se enamoró de los viajes en avión. Tanto que pensó en volverse azafata. Sin embargo, esa idea fue empolvándose hasta que se decidió por la ingeniera, al igual que su padre. Y en esas andaba, cuando el periodismo se cruzó en su vida y le cambió los planes.
La revolución
Como muchos de los que crecieron en los años setenta, la política fue un tema que no pasó de largo en casa de los Roberts. En esa época vivían en Granada y la madre de Tifani, era colaboradora de los sandinistas, el movimiento que buscaba acabar con la dictadura somocista.
“Me metí en muchas cosas cuando era joven. Entonces, ese espíritu de aventura lo tienen todos mis hijos y no sé si es parte de su perfil o si es por influencia mía”, dice Mulligan.
— Mañana me voy a tomar el colegio, — llegó un día diciéndole Tifani a su mamá.
— Ajá, ¿y cómo es eso?, —, respondió ella sorprendida.
— Nos vamos a tomar el colegio, entonces no vendré a dormir, — explicó.
En esa fecha muchos estudiantes estaban tomándose los colegios como protesta ante la detención de Tomás Borge. Y para Tifani, de 15 años, y sus compañeros de clase no fue la excepción.
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“Cuando me dijo que se iban a tomar el colegio yo pensé: ‘a esta chavala no le puedo decir que no lo haga, porque yo soy responsable de su energía por el movimiento. Mi casa era casa de seguridad’. Entonces, le digo: ‘Si vas a tomar ese riesgo, yo lo voy a tomar con vos’”, recuerda Mulligan.
Y así fue. Al día siguiente, madre e hija pasaron la noche dentro del colegio. Y esa escena, quizás es un ejemplo, de la relación tan cercana y tan marcada que hasta la fecha mantienen.
Cuando quiso ser ingeniera
En el imaginario de la Tifani de 15 años nunca estuvo el periodismo. Quizás porque, aunque parezca contradictorio, nunca fue buena con las letras, ni con la gramática, ni con la ortografía. En cambio, si lo fue con los números, la química y la física. Por eso, cuando tuvo que decir qué hacer con su vida, se inclinó por la ingeniería.
“A mí siempre me gustó la matemática, y yo decía para algo me va a servir la ingeniería industrial, uno automático lo hace. Pero no era pasión”, dice.
Su interés en esta área se debía, por sobre todo, por la admiración que sentía hacia su padre, quien era ingeniero. Y era buena. Tanto que en 1984, le pidieron ser parte de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN).
“Cuando estaba en la UNI era de las mejores alumnas, al punto de que me volví representante académica de UNEN. Me acuerdo que el presidente me dijo que necesitaban a alguien que fuera buen alumno y como no habían hombres, porque todos se habían ido al servicio militar. Me escogieron a mí”, recuerda.
Y allí hubiera seguido de no ser porque un día su mamá, June Mulligan, quien trabajaba como oficial del Ejército en el área de relaciones públicas, le pidió que fuera a un evento sandinista en la Hacienda San Jacinto para tomar fotografías. Allí conoció a camarógrafos extranjeros, que al oír su dominio del inglés, la invitaron a trabajar con ellos como traductora.
“Me acuerdo que ellos hasta le pidieron permiso a mi mama para que yo trabajara. Y así fue como empezó todo”, afirma.
Sin embargo, como ellos necesitaban alguien que tradujera de tiempo completo, a Tifani se le ocurrió dividir el trabajo y su salario con Ana Sandino, una de sus amigas que estudiaba inglés. Entonces, ella estudiaba por las mañanas y en las tardes se iba a trabajar.
“Yo era el enlace en Nicaragua. Yo les hacia las propuestas de las historias para la agencia. Iba a las conferencias para hacer entrevistas en inglés, porque ellos ni eso sabían. Yo escogía los bites. Y como yo tengo una mente técnica aprendí a editar con las máquinas”, dice.
En esa época la cobertura era difícil. Nicaragua pasaba por uno de los conflictos bélicos más largo de los últimos años. Entonces, los periodistas debían internarse en las regiones más remotas para retratar los impactos de la guerra.
“Me tocó como joven, tenía 20 años, andar en todos esos lugares. Me acuerdo que una vez íbamos en un helicóptero del Ejército y de repente vimos unas chispitas al fondo y era que la Contra nos estaba disparando”.
Sin embargo, la repentina muerte de Ana, la sorprendió.
—Luis tuvo un accidente con Ana y está en el hospital, — la avisaron a Tifani por teléfono durante una madrugada.
Preocupada se dirigió al hospital Lenin Fonseca. Allí vio semiinconsciente sobre una camilla, al camarógrafo que había salido con Ana. En otra estaba otra amiga, pero Ana no aparecía. Pronto la condujeron hacia otra sala.
“Yo pensé que la habían llevado a cuidados intensivos, y entonces lo sigo, y cuando me doy cuenta estábamos en la morgue. Eran como las tres de la madrugada. Y me abre la gaveta y está la Ana. Y hasta ahora tengo clara esa imagen, nunca se me olvida”, recuerda.
Horas antes había visto a su amiga muy contenta arreglándose para salir esa noche. Le había insistido en que fueran, pero ella prefirió quedarse en casa.
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“Era la primera vez en mi vida que yo veía la muerte de frente. La muerte para mí era la noticia que yo cubría, porque estaba la guerra, pero para mí eso era foráneo, era algo que yo nunca había sentido. Hasta que vi la muerte de Ana”, afirma.
Poco tiempo después otra muerte llegó a su vida. El camarógrafo que la había contratado en la agencia murió y a ella le ofrecieron quedarse a cargo de la oficina de prensa de Views News en Nicaragua.
“Yo aprendí a crecer rápido. Y también aprendí a seguir adelante. Ok, sí. Lloremos hoy, pero mañana sigamos adelante. Yo en un año, a mis 21 años, me convertí en jefa y en madre soltera a la vez”.
Amor al periodismo de Tifani Roberts
Después le ofrecieron un mejor trabajo en la cadena norteamericana NBC. Allí tuvo la oportunidad de conocer a personajes políticos relevantes de esa época como Fidel Castro y Mijaíl Gorbachov.
Sin embargo, al final de los años ochenta el trabajo de la prensa extranjera se redujo y Tifani decidió irse a Estados Unidos, donde vivía su papá, no sin antes estudiar periodismo. Pues, hasta entonces, todo lo que había hecho, fue de forma empírica. En dos años, gracias a la convalidación de materias y su deseo de terminar pronto, acabó su carrera universitaria con honores en Temple University, Filadelfia.
“Cuando me gradué todos los compañeros con los que había trabajado estaban en Estados Unidos. Llamé a uno en Miami y le dije ‘me gradué, no tengo trabajo’ y me dice ‘venite para acá’. A la semana siguiente me fui a Miami y empecé a trabajar con la CBS. Después, en el 94 me fui a Telemundo. Dos años más tarde, regresé a Nicaragua”, afirma.
En Nicaragua consiguió trabajo como jefa de noticias de Canal 8. Pues, el anterior jefe, Carlos Briceño, se fue como jefe de prensa del entonces presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán.
Fue en esa época que María Lilly Delgado la conoció y se hicieron muy unidas. “Nos conocimos cuando yo trabajaba en Canal 2. A ella como profesional la admiro muchísimo porque es una mujer que siempre va para adelante. Es una mujer muy valiente. (…) Sobre todo es una mujer con los pies sobre la tierra. Le apasiona reportear, ir al lugar de los hechos, que no le cuenten, entonces ese ser reportero, periodista de calle marca la diferencia y te mantiene los pies sobre la tierra”, dice.
Tifani vivió en Nicaragua hasta 2006, cuando decidió irse con su esposo a Estados Unidos. Allí se integró a la revista informativa Aquí y Ahora de Univisión.
— ¿Hay machismo en esta profesión?, — le pregunto.
— El machismo siempre existe. En el campo sucede mucho, porque cuando sos mujer te ven de menos. He estado en lugares de México donde ni siquiera me hablan a mí, sino que le hablan al camarógrafo, pero eso me tiene sin cuidado. Con tal que me den la entrevista a mí, no me importa. Y te digo, que por ser mujer también me han cerrado las puertas. Hay entrevistas que a mí no me las han dado y se las han dado a presentadores de Univisión porque son hombres, pero también, hay entrevistas importantes que me las han dado a mí porque soy mujer. Yo sé, por ejemplo, que la primera entrevista que dio Zoilamérica fue a mí, porque yo soy mujer.
— ¿Ha logrado balancear su vida personal con su vida laboral?
— Eso es lo más difícil. Vos le preguntás a la Ana, mi hija, y ella no tiene memoria de mí cuando era chiquita. Y eso es difícil de tragar. Dice que solo se acuerda de su abuela. Imagínate que se acuerda más de mi mamá que de mí. Y pues, ideay qué voy hacer, no me voy a poner a llorar por eso, porque eso ya pasó. Pero mi hija al mismo tiempo está muy orgullosa de mí. Y ahora que ya es adulta, ella me da las gracias porque un montón de los valores que tiene son gracias a mí. Entonces, si es verdad que fallé un montón, pero no me arrepiento. No sé si haría las cosas diferentes porque en parte yo también era una niña con otra niña. Entonces, yo también iba madurando, aprendiendo en el camino a ser madre, a ser periodista, a ser todo.
— ¿Cómo ve el periodismo en Nicaragua comparación con el de antes?
— El periodismo nicaragüense que yo viví en los ochenta era un periodismo polarizado. O trabajabas para los sandinistas o para la oposición. Entonces, yo veo el peligro de que estamos regresando a eso. Veo las señales de regresar a una ciudad igual de ‘polarizante’ y ya la viví, y sería la tristeza más grande porque el que pierde es el periodismo. Porque vos tenés un periodismo independiente, pero es independiente porque no es del Gobierno, pero a veces ese periodismo independiente comente las mismas faltas que tiene el periodismo oficialista. Que es olvidarse que hay otro lado de esa historia.
Sin embargo, Tifani Roberts conoce de cerca los riesgos que tiene esta profesión en Nicaragua, pues ella misma ha sido agredida y difamada en redes sociales en varias ocasiones durante el último año.
Cobertura en Nicaragua
A Tifani Roberts le bastó decir su nombre al final de una presentación en cámara en la rotonda Hugo Chávez, donde se realizaba un acto sandinista, en el que Daniel Ortega dijo que no se iría y que tampoco adelantaría las elecciones, para que una turba de seguidores orteguistas la persiguiera y la amenazara con golpearla.
“Todo es que yo dije: ‘En Managua, Nicaragua, Tifani Roberts, Univisión’. Y se me dejaron ir y empezaron unos a llamar a otros”.
Al ver esto, los fotógrafos de prensa extranjera se acercaron dónde estaba ella para tratar de sacarla de esa zona.
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Mientras, la turba agitada los seguía a paso rápido, Tifani lo único que pudo hacer fue caminar más de prisa y decirle a su camarógrafo “grabá, grabá todo. Si me van a linchar que quede grabado”. En un momento se le acercó un hombre que quería pegarle, entonces uno de los fotógrafos se interpuso y comenzó a tomarle fotos. Después una mujer trató de tomarla por el pelo y otro fotógrafo se interpuso. Al camarógrafo le comenzaron a pegar con un cono al ver que estaba grabándolo. Todos se dirigían en dirección al hotel Crown Plaza donde había una valla.
“Cuando llegamos a la valla, yo me le acerqué a una policía mujer y le digo ‘aquí me voy a poner porque me quieren malmatar’ y la policía dio la vuelta y me dejó sola. Gracias a Dios ahí no más vino el carro. Nos metimos como que era una fuga de banco y nos fuimos. Después de esa vez, no volví a entrar a una marcha rojinegra sola”, dice.
Los cuatro Emmy de Tifani Roberts
En los 34 años que Tifani Roberts tiene de ser periodista, ha sido galardonada en cuatro ocasiones con el Premio Emmy y un Peabody Award, por sus investigaciones que han destacado escándalos sobre corrupción, violación a derechos humanos y narcotráfico. El último premio lo recibió el 24 de septiembre pasado.
“El primer Emmy que gané fue por una investigación que hicimos antes que arrestaran al Chapo Guzmán, donde revelábamos que las autoridades federales siempre sabían dónde estaba, pero no lo podían agarrar porque las autoridades de México siempre le decían cuando venían los federales. Dos meses después de esa investigación lo capturaron”, narra.
Después realizó en colaboración con otros colegas, una investigación sobre la masacre de Iguala, donde 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa desaparecieron entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre del 2014. Luego otra sobre el Chapo y los carteles de la droga. Hasta la reciente distinción hace unas semanas.
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“Esta es un investigación sobre una masacre que hizo la DEA sobre unos miskitos y después quisieron cubrir todo y decir que los miskitos habían sido narcotraficantes. Obtuvimos un video que mostraba como los habían asesinado. Entonces, me gustó que reconocieron no solo el trabajo, sino la esencia de los miskitos, que todos sabemos que a nadie le importa», insiste.
«Entonces, era importante señalar y ponerle el enfoque a lo que había pasado allí. Por eso este tiene un sabor especialmente dulce. Y además este premio fue maravilloso porque es la primera vez que el editor y el camarógrafo que hicieron la historia conmigo también subieron a recibir el premio”, dice.
A sus 54 años, Tifani Roberts pretende seguir informando a través de esta profesión. Sin embargo, ya tiene planeado que al jubilarse volverá a Nicaragua para abrir una panadería en Granada, lugar donde vivió gran parte de su vida y donde alguna vez soñó con volar como aeromoza.
Cinco cosas sobre Tifani Roberts
- Talentos. Aprendió a tocar guitarra cuando estudiaba en el colegio Teresiano. De niña participó junto a sus hermanos en una competencia de natación donde obtuvieron medallas.
- Familia. Tiene dos hijos, una hija de 33 años y un hijo de 20 años. Y muchas de sus coberturas importantes las hizo estando embarazada. Una de ellas fue el paso del Huracán Mitch y la guerra de los ochenta en Nicaragua.
- Cocina. Le encanta cocinar postres. Sobre todo los que son hechos con licor. Cuando se jubile tiene pensado en abrir una panadería de postres en Granada. Ya tiene listo el nombre y el logo.
- Intrépida. Es de muchos amigos. Le gusta mucho la música, tanto en inglés como en español. Confiesa que canta cuando maneja y que si le dan ganas de bailar mientras corre lo hace.
- Viajes. No es de rutinas porque la mayor parte de su tiempo lo pasa viajando por trabajo. Así cumple su sueño frustrado de viajar por el mundo.