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La vacaciones del Capitán América

Chris Evans es un hombre común cuidando de “Un Don Excepcional”

La película encierra la inquietante idea de que el éxito – material e intelectual – puede ser un agente de destrucción.

“Un Don Excepcional”
(Gifted)
Dirección: Marc Webb
Duración: 1 hora, 41 minutos
Clasificación: * * (Regular, recomendada con ciertas reservas)

Frank Adler es un mecánico en la Florida, dedicado a cuidar de su sobrina de 7 años, Mary (Mckenna Grace). Pero no es una niña cualquiera. Mary está dotada de una habilidad matemática fuera de lo común. Cuando “Un don excepcional” inicia, encontramos a los personajes en un punto de inflexión. Frank quiere que Mary vaya a la escuela – hasta el momento, la ha educado en casa -, para que tenga una niñez normal. Su vecina Roberta (Octavia Spencer) le advierte que puede perderla. ¿Es Frank un secuestrador? ¿Un padre fugitivo?

A pesar de los planes de Frank, Mary es un prodigio que no puede pasar desapercibido. Pronto, la directora le ofrece una beca a una escuela especial. Sus intentos invocan a una figura del pasado: Evelyn (Lindsay Duncan), madre de Frank y abuela de Mary, repentinamente dispuesta a pelear con su hijo por la custodia de la niña. Revelar más puede menoscabar el impacto emocional del filme, así que tendrá que descubrir por usted mismo los entresijos de la trama.

Evans no es el único veterano del mundo de los súperheroes. El director Marc Webb viene de dirigir “The Amazing Spider Man” (2012) y su secuela (2014), las dos primeras entregas de la trilogía truncada por los ejecutivos de Marvel – irónicamente, en pocos días se estrena la nueva “historia de origen” que lo desplazó -. En algún nivel, Webb vuelve a sus raíces. Su primer largometraje fue “500 Days of Summer” (2009), una modesta comedia romántica que se convirtió en un inesperado filme de culto. Como ese filme, “Un Don Excepcional” tiene una escala más humana, pero nunca trata de incomodar mucho al público. Su afán por hacer que la película sea más reconfortante que perturbadora sabotea el potencial del guion de Tom Flynn.

La película se beneficia de un segundo acto, concentrado en la batalla legal. Es interesante por la manera en que matiza el conflicto central con diferencias de clase y raza. Evelyn pertenece al enrarecido mundo de la intelligentsia. No es casualidad que venga de Boston, y que experimente un choque cultural al enfrentarse a las proletarias condiciones en que su hijo ha decidido vivir. Y en Florida, para molestarla más. Frank, de origen patricio, reniega simbólicamente de sus orígenes. Puede ser un guiño populista para complacer al público masivo, pero la trama termina justificando su decisión. Además, hay un componente de fricción racial apenas sugerido. Para remarcar su desventaja en el juicio, Roberta le dice “fuiste incapaz de encontrar un abogado blanco”. En efecto, el litigante que lo representa es tan negro como ella. Greg Cullen (Glenn Plummer) resulta ser tan astuto como su aburguesado oponente blanco, y se bate como un experto con la intimidante Evelyn.

La película encierra la inquietante idea de que el éxito – material e intelectual – puede ser un agente de destrucción. Esto va a contrapelo del discurso preponderante en la cultura popular contemporánea, exaltando la figura del triunfador. Llámele “líder” o “innovador”, es el nuevo opio de los pueblos. La presidencia de Donald Trump es el último síntoma de esta enfermedad. Claro, Frank siempre se parece a Chris Evans, pero no se puede esperar otra cosa de una película que debe funcionar en la cartelera comercial.

Un Don Excepcional
Imagen promocional de «Un Don Excepcional».

La conclusión de “Un Don Excepcional” no encierra sorpresas, pero el casting resulta ser su gracia salvadora. Lindsay Duncan es magnética. La última vez que la vimos en el cine, era la despiadada crítica teatral de “Birdman” (Alejandro González Iñárritu, 2014). Yo la recuerdo con más cariño por ser la temible Servilia de la serie de HBO “Roma” (2005 – 2007). Lamentablemente, la brillante actriz británica simplemente no trabaja lo suficiente a este lado del atlántico. Por ley, Helen Mirren debería cederle la mitad de sus ofertas. Evans es suficientemente eficiente como para plantar la idea de que se está desperdiciando como un engranaje más en la máquina taquillera de Marvel. Y existe un curioso placer en ver como su pareja romántica a la comediante Jenny Slate, y no a una modelo disfrazada de actriz. La química entre ellos es tan buena, que uno no se sorprende de saber que al final del rodaje entablaron una relación. Finalmente, la pequeña Mckenna Grace logre plantarse en este mundo de adultos, interpretando convincentemente a una niña que bien podría haberse dibujado como una insufrible bachillera.

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