En pantalla

«La Fiesta de las Salchichas»: una orgía existencialista

Dejen a los niños en casa, y prepárense para ofenderse.

La Fiesta de las Salchichas es una bomba molotov para nuestros prejuicios sobre las películas de dibujos animados, usualmente reservadas para el público infantil, que debe ser protegido de las crudas realidades de la vida. No deje engañarse por los adorables alimentos antropomórficos, o por el hecho de que los distribuidores han programado una versión doblada al español en alguna pantalla –marca certera de un filme infantil–. Si insiste en llevar a sus niños al cine, prepárese para tener una conversación muy interesante después.

 salchichas

La acción arranca en un supermercado donde todos los productos aspiran a ser “elegidos” por los dioses –los seres humanos–, que en teoría, los llevarán a un paraíso –fuera de las puertas del supermercado– donde vivirán eternamente felices. El número musical inicial es una canción que delimita los parámetros ideológicos del filme, y revela su verdadera agenda: demoler el fundamentalismo religioso en todas sus denominaciones.

Estamos ante un filme único, de militancia atea sin apologías.

Los protagonistas de La Fiesta de las Salchichas

Frank (Seth Rogen), una salchicha que sueña con consumar su amor por Brenda (Kristen Wiig), un bollo de pan. La pareja está matriculada en su visión del más allá, pero encuentran señales en su camino a la plenitud.

Un frasco de mostaza que ha sido devuelto trae noticias inquietantes: los “dioses” en realidad devoran los alimentos. El condimento no puede vivir con ese conocimiento y se suicida, lanzándose de un carrito de compras. El evento descarrila el viaje de Frank y Brenda en más de una manera. Ahora deben contemplar la posibilidad de que su fe está basada en un montón de mentiras.

A la hora de ponderar qué puede ofender más a los nicaragüenses, no logro decidir entre el ateísmo o la sexualidad desabrida. No es una casualidad que el héroe sea una salchicha fálica, y que su amada sea voluptuosa, con un rostro francamente vaginal. De cada tres palabras, dos son “fuck”. Me dan ganas de ir a ver la versión doblada, sólo para saber si mantienen la florida vulgaridad de los diálogos.

El eje más problemático de la película tiene que ver con su apropiación de estereotipos raciales y culturales para definir a sus personajes. Frank y Brenda son tan blancos y norteamericanos como, pues, un hotdog. Pero también tenemos a un bagel judío que habla como Woody Allen (buen trabajo de imitación de Edward Norton), un pan árabe (David Krumholtz) obsesionado con empaparse en el más allá con el aceite de oliva virgen, y una tortilla de taco que no sólo es interpretada por la mexicana Salma Hayek; sino que también es claramente caracterizada como lesbiana.

Denle vueltas a eso

El único personaje negro es una caja de grits (Craig Robinson) caracterizada como James Brown, y una botella de aguardiente, concebida como indígena norteamericano, tiene un pequeño papel como oráculo sabio.

Cada espectador debe decidir si La Fiesta de las Salchichas reafirma o socava los estereotipos, denunciando la ignorancia que los sostiene. Yo creo que su audiencia meta, los jóvenes blancos norteamericanos, condicionan el balance cultural y racial. Si la imagen está distorsionada, es porque refleja los sesgos de la realidad que habitan.

Al final, todos los personajes, independientemente de sus diferencias, quedan unidos al contemplar la finalidad de la muerte. La trama se resuelve en varios giros de nihilismo jubiloso. Mi única queja tiene que ver con los parámetros dramáticos. A pesar de su irreverencia, La Fiesta de las Salchichas asume una estructura convencional.

Tenemos un villano que quiere interponerse entre Frank y Brenda –una ducha vaginal con voz de Nick Kroll-, enfrascados en una narrativa de búsqueda que estructuralmente, no estaría fuera de lugar en una película de Disney.

En el tercio final, la acción se vuelve tan frenética que manda las ideas a un segundo plano. Uno puede sentirse demasiado abrumado como para ofenderse. O persuadirse de su horror existencial, y aceptar cuán afirmativo de la vida es la finalidad de la muerte. Todo eso, en una película donde los chorizos hablan. Dejen a los niños en casa, y prepárense para ofenderse con La Fiesta de las Salchichas.

Más reseñas de cine En Pantalla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.