Cultura

El documental de Marcela Zamora sobre las víctimas de la tortura y sus victimarios

El turno de “Los Ofendidos”
Los ofendidos documental
Fotograma. "Los ofendidos"

Lo mejor del cine nacional en competencia para participar en el Ícaro regional

     

La semana del cine centroamericano, el Festival Ícaro, se inauguró en Managua este martes con la presentación del documental “Los Ofendidos”, de la cineasta salvadoreña Marcela Zamora Chamorro, una película sobre las profundas heridas que dejó la represión durante las guerras civiles de Centroamérica.

Zamora, también directora de “María en Tierra de Nadie” y “El Cuarto de los Huesos”, registra el testimonio de cuatro luchadores sociales que fueron brutalmente torturados en su país, en los años 80, entre ellos su propio padre, el dirigente político Rubén Zamora; pero también entrevistó a torturadores, exmilitares y exagentes de la Policía. El resultado es una película conmovedora sobre la relación entre la memoria, la verdad y la impunidad, en la que, dice Zamora, los ofendidos “lejos de pedir venganza, demandan que se conozca la verdad”.

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“Los Ofendidos” ganó el premio Ícaro al mejor largometraje documental en 2016, y después de exhibirse en festivales internacionales de cine, ya está disponible al público en formato DVD y en los próximos meses, se podrá ver a través de un sistema de pago por Internet, explicó Zamora, en una entrevista en el programa televisivo Esta Semana.

En la mayoría de los casos, los perpetradores de esta clase de crímenes los guardan el secreto para siempre y quedan en la impunidad. ¿Cómo lograste que los torturadores se confiesen, literalmente, ante una cámara de cine?

Marcela Zamora. En El Salvador no hay una tradición de contar la memoria histórica. Los torturadores y los miembros de la Guardia Nacional o de la Policía Nacional, la mayoría se fueron la mayoría del país, y si están en el país no hablan y no cuentan que fueron parte de estos grupos represivos en los 70 y 80 en El Salvador. Entonces cuando terminé de hacer el primer corte de la película, ya tenía a todas las víctimas, sin el testimonio de un victimario, iba a parecer un cuento chino como el que dicen que cuenta la izquierda en el país.

Entonces me puse a buscar el torturador. Y toqué muchas puertas, hablé con muchos de ellos, y la mayoría me decían que ellos ya eran católicos y que Dios ya los había perdonado, y que no tenían por qué remover eso. Hasta que llegué a este torturador que me dio la oportunidad de escuchar su testimonio, y a través de él me di cuenta que la repetición de la historia no está en la víctima, está en los victimarios, las víctimas no van a repetir la historia, pero quienes pueden repetir la historia son los victimarios, y a quienes menos estudiamos nosotros en la historia, es a los victimarios.

Una de las escenas más conmovedoras de esta película es cuando conversás con tu padre, y hablan por primera vez sobre las torturas que él padeció. ¿Cómo llegaron ambos a esa decisión?

Fíjate que fue bien difícil porque yo comencé el documental sin él porque tenía pena, no sabía cómo preguntarle, no sabía cómo decirle. La verdad, sí tenía miedo de incomodarlo, tenía miedo de no entender, de quedarme mal yo. Me costó mucho. Pero luego, mi madre siempre me empujaba a que le preguntara sobre sus cosas, y sobre todo sobre este momento. Pero yo siempre le decía: –mejor no mamá, dejémoslo tranquilo. Hasta que mi madre muere, entonces yo ahí me quedé como con esa deuda con ella, y fue, -tengo que ir-. Me fui a Nueva York a donde él vivía y le dije: –tenés que contarme esta historia y ser parte de mi documental, eso es lo que quería mi mamá–. Y pues, accedió, y fue muy fuerte.

¿Cómo se ha visto esta película en El Salvador? Cuando se tocan estos temas, algunas personas alegan que no deben removerse las heridas del pasado porque esto alienta la confrontación.

En El Salvador esto sido una catarsis, porque el tema de la tortura es tabú, además que no entró en la Comisión de la Verdad, los casos de tortura quedaron por fuera, no se habla, ni en los libros de historia, ni en nada.

Entonces es la primera vez que se habla a nivel masivo de un tema tan duro como es la tortura, porque el Comité de Torturados no tiene tanta atención, – y el día que nosotros hicimos la premier, al día siguiente me saturaron el correo, el Facebook, todos los medios, de gente de mi generación diciéndome: –gracias por tener la valentía, por preguntarle a tu padre esto, porque ahora yo puedo llegar y preguntarle al mío. Gracias, porque ahora yo puedo preguntar ¿Qué pasó con mi madre? ¿por qué ella no está aquí? ¿Por qué está desaparecida?–

Entonces ha sido increíble cada vez que la hemos proyectado se ha topado, la gente habla, es una discusión muy buena, porque además el documental no incita a la violencia, el documental incita a una reconciliación pacífica, y oral, contémonos las cosas y veamos qué es lo que pasa.

Estas son historias que ocurrieron en El Salvador, de perpetradores de violencia y de sus víctimas, pero en Nicaragua está a flor de piel, es parte de nuestra historia. ¿El día que se presentó en el cine en Managua como reaccionó el público?

Martha Clarisa Hernández (Coordinadora de Ícaro)- Fue una noche mágica. Sabíamos que para Marcela también era muy importante presentarla en Managua porque es mitad nicaragüense, y creo que el público la recibió con una gran bondad y agradecimiento. A mí, personalmente, me dio mucha satisfacción el hecho, de ver mujeres mi generación, hablando de -eso le pasó a mi mamá, o eso le pasó a mis hermanas, o violaron a mi hermano, a mi primo, a mi novio-. Pero había también gente de la generación de nuestros hijos, chavalos entre los 25 y 35 años que se acercaban a mí y me decían: –yo quisiera que me la presentés pero mejor no porque no puedo parar de llorar, yo sé que mi papá le pasaron cosas así en la dictadura de Somoza y no me ha atrevido a preguntárselo–.

Leonor Zúñiga, esta muchacha documentalista, me decía una frase que a mí me encantó, y me dijo: –gracias por poner este documental y a mí me destapó el cerebro, ese es el tipo de cine que yo quiero hacer–.


Cómo hacer cine con las uñas


¿Cómo se hace cine en Nicaragua, en El Salvador, en Centroamérica?

Marcela Zamora: Con las uñas. Yo creo que los cineastas estamos un poco abandonados, necesitamos más apoyo, y no solo de Gobierno, necesitamos de la empresa privada. Yo hago cine, y creo que la mayoría lo hace así, con fondos de afuera. La única vez que me atreví a hacer cine con fondo centroamericano no me fue nada bien.

No hay industria cinematográfica en Centroamérica, está naciendo ahora, hay muchos cineastas que están haciendo cosas buenas, pero hace falta escuela.

¿Pero cuando alguien ya tiene un proyecto, una buena idea, encuentra apoyo en el sector privado en el país?

Marta Clarisa Hernández: En Nicaragua hay algunas empresas, como Movistar, por ejemplo, que sí están contribuyendo a la producción de cine, pero creo que hace falta que la Ley de cinematografía que está aprobada sea efectiva, hace falta que pueda haber una apuesta económica, fondos para el apoyo a la cinematografía.

Marcela Zamora: Pero también una cosa, que tiene que haber ese apoyo porque hay cineastas buenos en Centroamérica, entonces necesitamos que crean en nosotros. Hay muchos cineastas que estamos sacando el cine de Centroamérica en el mundo, es un buen cine y te lo puedo decir, en cada país de Centroamérica hay cineastas increíbles, necesitamos el apoyo de la gente para nosotros poder seguir haciendo ese buen cine.


La competencia del cine nacional

Diecisiete películas de factura nacional, entre corto y largometraje documental, corto de ficción, animación y cine experimental, compiten para llegar al Ícaro regional. Un jurado integrado por el cineasta nicaragüense Alejandro Martínez, el publicista y director creativo costarricense Enrique Saborío, y el actor mexicano Diego Calva, seleccionará la muestra nacional.

En el cine nacional que está en competencia, ahora hay más proyectos de cine de ficción que de cine documental. ¿Qué significa esto? ¿Es una nueva tendencia del cine nacional?

Marta Clarisa Hernández. Es bastante sintomático. Esta decimotercera edición tiene varias cosas particulares, son diecisiete piezas en competencia, de las cuales ocho o nueve son cortos de ficción, hechos por gente joven, de gente que es la primera pieza que están haciendo, en algunos casos la segunda pieza. Pero también una competencia nacional donde hay piezas de la generación Incine, de los años 90, el 2000, y de gente muy muy joven.

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No sé si será una tendencia el hecho de querer ahora hacer más cine de ficción que de documental, que es la tradición del cine en Nicaragua, pero sí, creo que la gente más joven, está queriendo contar sus historias a través de la ficción y no a través del documental.

¿Y las películas ganadoras van a competir a nivel centroamericano?

Exactamente. Las películas que el jurado decida que van a representar a Nicaragua, van para Guatemala al Ícaro regional, que se da en noviembre. Los resultados de quiénes son los seleccionados son este martes, el próximo martes 29 en la Alianza Francesa a las siete de la noche.

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