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"Miles de nicaragüenses tomaron sus 'motetes', se despidieron de sus amores e iniciaron una travesía por tierra y aire hacia un nuevo mundo"
¿Con cuanta frecuencia escuchamos o leemos expresiones que hacen alusión a que el exilio es huir de la lucha en Nicaragua? O peor, ¿Cuántas veces hemos leído que nos dicen “vos ya no estás en el país”? Hablemos de esto:
El contexto de la crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua desde abril de 2018, ha dejado, entre tantos dolores y heridas, un éxodo nicaragüense empujado por el acoso, aprisionamiento y amenazas a las personas que decidieron aportar desde sus posibilidades y capacidades a la lucha cívica en el país: jóvenes, adultos, familias completas y familias fragmentadas se adentraron a lo desconocido y emprendieron un viaje duro, donde la única seguridad que tenían era que no regresarían pronto y que abandonaban su patria, por amarla.
Decenas de miles de nicaragüenses tomaron sus “motetes”, se despidieron de sus amores, secaron las lágrimas que viajaban por sus mejillas, respiraron profundamente e iniciaron una travesía por tierra y aire hacia un nuevo mundo, algo totalmente desconocido e inesperado, soportar frío al dormir en calles y bancas de parques, sentir tristeza por extrañar todo lo que como vida conocían e impotencia por no poder alimentar a sus retoños que pagan las consecuencias de la lucha que te lleva al exilio forzado, escuchar insultos xenofóbicos y soportar malos tratos en trabajos muy mal remunerados solo por la necesidad de sobrevivir; esto es solo un ápice de la gran montaña de sufrimientos del exiliado.
- Miniserie retrata con humor las vivencias de los exiliados en Costa Rica.
- Nicas exiliados estrenan primera obra de teatro sobre la represión.
“¿Por qué tenemos que irnos, si no hicimos nada malo? ¡Que se vayan ellos, que destruyeron nuestro país!». Eso pensamos muchos, mientras escuchamos a alguien burlarse de nuestro acento.
La frustración de sentirse derrotado por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el dolor de acoplarse a un nuevo estilo de vida, abandonar los estudios que con tanto sacrificio llevábamos a cabo, dejar el trabajo que con mucha dificultad conseguimos, extrañar ver los rostros de los seres queridos que dejamos atrás por amor a ellos mismos o a quienes la represión estatal se encargó de asesinar y sentir impotencia por no continuar la lucha que iniciamos en nuestro país; por si lo anterior mencionado fuera poco, muchos de nuestros compatriotas en Nicaragua que manifiestan desaprobación por la decisión que tomamos de irnos del país, hacen menos nuestros aportes o consejos y nos culpan de huir, juzgando con palabras malintencionadas y sin conocimiento de causa.
Con todas estas adversidades, nos apropiamos de la letra de una de las canciones del cantautor Jandir Rodríguez cuando canta “Exiliado, mañana todo será distinto”, desde todos los lugares donde un nicaragüense se encuentre, se ejecutan resistencias como marchas, plantones, conciertos, denuncias en espacios internacionales y cualquier estrategia de incidencia para evidenciar los crímenes de lesa humanidad orquestados y ejecutados por el régimen dictatorial de Ortega-Murillo. Sobrevivir es resistir, mientras haya vida, habrá resistencia y mientras haya resistencia, habrá lucha por libertad y democracia. Sí, creemos que mañana todo será distinto pero también libramos la batalla para cambiar las cosas.
Exilio no es sinónimo de rendición y nuestro país no es solo el territorio geográfico, nuestro país sos vos, soy yo, somos todos, donde sea que esté un “pinolero”, ahí está Nicaragua, cada exiliado es el omnipresente mástil que iza la bandera azul y blanco que nos cobija a todos; cada acción llevada a cabo es de suma importancia para la lucha cívica, todo aporte, toda consigna, toda pancarta hace el cambio. Y al final veremos la tan ansiada luz en medio de la oscuridad, volveremos y seremos más fuertes, listos para recuperar nuestra secuestrada libertad y establecer las bases para la construcción de una Nicaragua en la que todas y todos podamos participar.