José, un nicaragüense de 20 años del municipio caribeño de Siuna, ha recorrido en las últimas 48 horas 1.500 kilómetros en autobús para ver de cerca al papa Francisco en Panamá. Dice que solo espera una cosa del pontífice: «Que le cuente al mundo lo que ocurre en Nicaragua«.
Este muchacho que echa de menos una respuesta más contundente de la región en la grave crisis política que vive su país, es consciente del poder mediático del papa y de lo lejos que llegan sus mensajes.
«Nos han recomendado no hablar para evitarnos problemas a la vuelta, pero es nuestra oportunidad. Tenemos que presionar para que el papa hable y el mundo entero sepa lo que estamos viviendo», afirma este joven, que participó en las protestas antigubernamentales y que pasó unos días en El Chipote, un tenebroso penal donde fueron recluidos la mayoría de manifestantes.
Esperan mensaje para Nicaragua
Camilo, un universitario también de Siuna, ha recorrido una distancia similar con la misma expectativa: «Creo que todos estamos esperando que el papa nos mande un mensaje de ánimo para seguir luchando por una Nicaragua libre».
Panamá acogerá desde este 22 de enero hasta el próximo 27 la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), uno de los principales eventos de la Iglesia católica que cada tres años reúne al papa con jóvenes de todo el mundo.
Es la primera vez que la JMJ se celebra en Centroamérica, una región mayoritariamente católica que solo ha recibido la visita del papa Juan Pablo II en 1983 y 1996, y se espera que participen más de 100.000 peregrinos, entre ellos 4.000 nicaragüenses.
Campaña en redes
Marielba Altamirano, exiliada desde hace meses en Panamá, cuenta que iban a venir muchos más jóvenes de su país, pero dice que la cifra ha ido disminuyendo porque «la mayoría o están presos o están exiliados y es muy arriesgado moverse».
Altamirano, que fue una de las líderes estudiantiles de la norteña Jinotega, explica que hay una campaña en las redes sociales para animar al papa a que «impulse un nuevo diálogo» y «pida oportunidades para los que han tenido que exiliarse».
Desde que estalló el conflicto, el pontífice ha hablado varias veces sobre Nicaragua. La última, el pasado siete de enero, cuando reconoció que sigue «de cerca» la situación en ese «amado» país.
Francisco, quien llegará a Panamá el miércoles, hablará en sus misas sobre los problemas de la juventud, la migración y la ecología, según el programa oficial de la Santa Sede, aunque no se descarta que haga alguna mención a Nicaragua y a otro de los problemas más enquistados de la región, Venezuela.
Ortega no asistirá a la JMJ, a pesar de que fue invitado por el Gobierno panameño, al igual que el resto de mandatarios centroamericanos.
- Ver también: La agresión a obispos en Diriamba en fotos
Para Josué Aragón, llegado desde Juigalpa, «ser joven y católico se ha convertido en una amenaza en Nicaragua» porque, apunta, el Gobierno sandinista considera que todos los jóvenes son «golpistas» y porque tiene en el punto de mira a la Iglesia por tratar de mediar en la crisis.
«Todos los nicaragüenses nos vamos a poner juntos (durante la misa) para esperar ansiosamente el mensaje del papa. Queremos que vea bien nuestra bandera azul y blanca», afirma Aragón, para quien la actuación del clero nicaragüense ha sido la correcta: «Ojalá pudiera agradecerle al santo padre los buenos obispos que tenemos».