Joan Jara pasó más de cuarenta años para que la muerte de su esposo, el músico chileno Víctor Jara, asesinado en 1973 por la dictadura del general Augusto Pinochet, no quedara en la impunidad.
En México, desde 2014 los familiares de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, cuya desaparición forzada no ha sido del todo esclarecida por la justicia mexicana, no han dejado de exigir una sola cosa: justicia.
En una primera entrega, te recomendamos cuatro documentales que retratan la chispa de algunas rebeliones cívicas que marcaron la primera década de este siglo: en Ucrania y Egipto. Ahora te contamos sobre cuatro producciones que van más allá: cuando se instauran dictaduras o las autoridades de un país no tienen voluntad de investigar las muertes. Cada una de estas piezas retrata la lucha de los sobrevivientes por restaurar o sus vidas, o lo que queda de ellas.
Masacre en el Estadio
El Estadio de Chile —hoy renombrado Estadio Víctor Jara— llegó a albergar hasta tres mil presos políticos de la dictadura de Pinochet. Este centro deportivo fue testigo de torturas, ejecuciones y vejámenes a los ciudadanos chilenos que eran arrestados por apoyar al Gobierno de Salvador Allende, líder de izquierda que fue derrocado por un golpe de estado en 1973 a cargo del general Pinochet.
Una de las tantas muertes a manos de los militares chilenos fue la Víctor Jara, militante del partido de Allende y trovador. El documental “Masacre en el Estadio” relata las torturas y el posterior asesinato de Jara, contado a través de amigos, periodistas, abogados y especialistas.
El metraje que dura una hora y veinte minutos, se presenta como una pieza de investigación periodística. Algo a destacar es que la cinta toma en cuenta las declaraciones de exmilitares y testigos que intentan desvelar quién fue el principal responsable de la muerte del músico chileno.
Ayotzinapa: El paso de la tortuga
Este documental, dirigido por Enrique García Meza y coproducido por Bertha Navarro y Guillermo del Toro, ahonda en las historias de algunas familias de los 43 estudiantes desaparecidos en Guerrero y cuyo paradero no ha sido esclarecido por la justicia mexicana.
El hecho es reconstruido a través de mapas interactivos y modelos tridimensionales. La fuerza del relato radica en las declaraciones de los normalistas sobrevivientes al ataque del 27 de septiembre. El reclamo de los familiares de sus familiares y la falta de voluntad por parte de las autoridades arman un bosquejo crudo de la lucha por la justicia que es la realidad de cada día en Ayotzinapa.
Los creadores de este documental también realizaron entrevistas a miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que meses después de los hechos investigaron todos los acontecimientos ocurridos entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 del mismo mes.
22 de julio
Después del atentado terrorista del 22 de julio de 2011 en Noruega, donde murieron 77 personas a manos del extremista de derecha Anders Breivik, Oslo quedó sumida en el dolor. La cinta dirigida por Paul Greengrass concentra su arco dramático en el proceso de justicia que encabezaron los sobrevivientes del atentado y cómo se llevó a cabo el juicio de Breivik.
A diferencia de los crímenes anteriores ocurridos en Latinoamérica, la sociedad noruega confió en la justicia de su nación. Incluso, el primer ministro de Noruega en aquel entonces se reunió con las familias de las víctimas, con el fin de pedir disculpas y admitió a los familiares que se pudo haber actuado con mayor rapidez.
La noche de 12 años
El cineasta uruguayo Álvaro Brechner retrata a través de esta producción el encarcelamiento de Eleuterio Fernández, Mauricio Rosencof y José Mujica (el expresidente de Uruguay). El encierro duró doce años —de 1973 a 1985—, tiempo en el que transcurre la cinta que basada en el libro ‘Memorias del calabozo’ escrito por Rosencof y Fernández.
El filme gira entorno de la deshumanización de los reos, quienes demuestran a lo largo de la trama que la única voluntad que les quedaba era la de sobrevivir cada día. En Nicaragua tiene un profundo significado, pues más de 600 presos políticos aún viven una situación similar.
El momento más conmovedor, y uno de los últimos clímax de la película, es la liberación de los presos, que tras la democratización de Uruguay fueron sacados de las cárceles clandestinas. La liberación se dio entre vítores y pancartas en la capital, donde fueron recibidos por centenares de personas. Inevitablemente provoca en el espectador nicaragüense imaginar cómo sería en el país la liberación de los reos políticos del régimen de Daniel Ortega.