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Paros y disparos
Carlos Herrera | Niú

El paro económico no es la panacea para todos los males, pero frente a una dictadura y en combinación con otras acciones cívicas puede ser decisivo para propiciar un cambio del poder político.

     

Paros van, paros vienen, las discusiones sobre ello se multiplican y mientras, el poder teje sus redes, se reorganiza constantemente, monitorea al detalle, ajusta sus sistemas y métodos de espionaje político, control y represión. Aquí se exponen para el análisis y debate abiertos, algunas puntualizaciones sobre el paro económico, todavía sin entrar al tema de su viabilidad inmediata o mediata o su legitimidad como arma de lucha cívica.

Los paros económicos. Un paro de actividad económica no es un estornudo o una tos nerviosa para advertir sobre algo repentino. Pero ante un poder político basado en la violencia y en la capacidad de daño institucionalizado contra la población civil, totalmente destructivo y hasta genocida, cualquier tipo de paro, aunque no sea la llave mágica de la liberación, genera mucha magia para esa liberación.

Y es una decisión muy seria para un empresario, un consumidor, un trabajador.

Riesgos a considerar: Ante un paro económico, el primero, el empresario, grande o pequeño, arriesga sus ingresos, su relación con el aparato de poder, su esfuerzo de años o generaciones, sus planes de sobrevivencia y desarrollo como modelo de negocio, su capital y activos físico y financieros. El segundo, se arriesga a sí mismo y a su familia, su bienestar, salud, logística de vida, estabilidad familiar, modus vivendi. El tercero, arriesga sus ingresos, capacidad de consumo, estabilidad laboral, empleo, reproducción del núcleo familiar.

Pero ante un poder lumpenizado y genocida, todos y todas, absolutamente, estamos en riesgo económico, de sobrevivencia e incluso, de supervivencia. Este factor común da una base para un posible consenso nacional sobre el uso de algún tipo o modalidad de paro económico y discutir sobre su legitimidad y oportunidad, tema que por el momento no se está considerando aquí.

Paro cívico o guerra civil. En Nicaragua estamos en estado de guerra. Esta guerra es una guerra injusta, anti humana, unilateral y arbitraria, del FSLN y del sandinismo que controlan al Estado, contra la población civil desarmada, pacífica, cívica y todavía desorganizada y con alto grado de confusión política.

Son miles de víctimas asesinadas, mutiladas, secuestradas, negados sus derechos ciudadanos, expulsadas del país. La militarización del poder político avanza gravemente, junto a la lumpenización del poder, es decir, estamos ante el poder de una banda delincuencial, armada hasta los dientes y muy organizada. Ante esta situación, muchos dicen que resistir con paros cívicos es propiciar la guerra civil y eso no es cierto, pues no se llama todavía al pueblo a armarse y buscar la vía militar de salida.

Carlos Herrera | Niú

Pero el derecho a rebelión y a la auto defensa del pueblo frente a la violencia militar de la dictadura es un derecho humano, pues se defiende la vida, el respeto a la integridad física y sicológica de la ciudadanía y las familias. La ciudadanía debe controlar al Estado, no éste a la ciudadanía. Por eso, el uso de los paros cívicos en cualquiera de sus tipos y modalidades, es la mejor manera cívica y pacifista, de evitar la caída en la guerra civil. El paro es el purgante de la vía armada.

Menú de paros económicos. Hay una enorme diversidad de modalidades de paros económicos. Su eficiencia y efectividad depende de su planificación, enfoque a objetivos, nivel de consenso logrado en la participación, decisión convicción de su necesidad, pero especialmente si están al servicio de una estrategia y que sea efectivo según la coyuntura del momento. Que no suceda al contrario, que la estrategia esté al servicio del paro.

Hay paros empresariales, paro de consumo, huelgas sectoriales, territoriales, nacionales. Y pueden ser en olas, unas tras otras, por sectores, por territorios, de manera separada o simultánea, por fechas o de manera indefinida.

Por lo tanto, el uso de estas herramientas solo es armónico si hay una dirección que asegura esa armonía y en base a un objetivo o resultados buscados en común. Ningún paro funciona en anarquía.

Un paro sin dirección, propicia el motín, el tumulto, los saqueos, las asonadas, la anarquía social. Un paro sin dirección estimula el espíritu lumpen de todas las clases sociales.

 

Paros económicos deben lograr algo. Todo paro empresarial, de consumo o huelga nacional o sectorial, debe perseguir objetivos claros, visibles para todos y todas, así como fijar desde antes, los logros y resultados esperados. Hago el paro o huelga y ¿cuál es el resultado a obtener? Si no tengo claridad de eso, entonces ¿para qué pido el paro o huelga? ¿Estoy preparado para negociar con el régimen en función de los efectos que éste siente por el paro?

Los empresarios razonan: ¿qué beneficios me va traer, por encima de sus costos? Ellos hacen un balance de cuáles serían los resultados de su acción de paro. Y todos debemos aprender de ese análisis empresarial: a qué costo, qué impacto o resultado voy a lograr con esa u otros acciones. De esa forma, si tomo la decisión, sé cómo ir hasta el fondo para lograr esos objetivos, pues los planifiqué y consideré desde antes. Nadie debe ser tomado por sorpresa con una acción de esas envergaduras. El riesgo del retroceso de algunos participantes, se minimiza clarificando todos estos aspectos, desde antes. Aunque siempre habrán esquiroles.

Carlos Herrera | Niú
Carlos Herrera | Niú

Jugar al paro. Estar pidiendo, haciendo o propiciando paros sin ton ni son, no tiene sentido alguno. El paro económico no se exige: se organiza, se impulsa, se lleva a cabo, se dirige. El paro empresarial es una decisión de ese sector, como lo es el de consumo o la huelga nacional. Por lo tanto, ningún tipo de paro puede ser forzado por sectores ajenos al del paro mismo.

Se pierde tiempo exigiendo a los empresarios que cierren sus empresas cuando ellos no consideran viable para ellos, esa opción, pues simplemente dicen: “lo hago…¿y qué gano, aparte de convertirme en foco de la represión del régimen? El consumidor o consumidora dice: ajá, dejo de darle leche y pan a mis hijos, no compro lo que antes, cambio mis hábitos de consumo…¿y qué gano con eso, que voy a lograr? Lo mismo el trabajador. No se debe jugar irresponsablemente al paro. Si no hay resultados esperados bien definidos yen consenso entre varios sectores, no se debe jugar al paro.

Daño económico. Los que dicen que el paro hace daño económico al país, descubren el agua tibia y advierten no beberla, cuando todos estamos nadando en agua hirviente.

Claro que todo paro económico genera efectos económicos negativos. Pero la dictadura contra la cual se hace el paro también los sufre; además, ya hemos vistos los riesgos, costos y beneficios de un paro económico contra una dictadura genocida. Pero lo paradójico es que un paro económico genera más bien, en cambio, un efecto político paralizante en la dictadura. El paro económico reitera el estado de rebelión de la sociedad civil contra el régimen, certifica el estado activo de la resistencia popular, erosiona la cohesión política en las filas del régimen, protege a la población civil al no poderse personalizar tan fácilmente la represión y el ejercicio de la criminalidad del régimen, moraliza la capacidad de lucha y resistencia de la ciudadanía, propicia mejor las capacidades organizativas y movilizativas cada vez más abarcantes e inclusivas en el seno del pueblo, crea condiciones para la unidad de acción entre empresarios, pueblo y trabajadores y de esa manera, las posibilidades de la unión estratégica de todas las fuerzas de la sociedad civil..

No estamos hablando de paros de algún tipo y modalidad contra un régimen civilista, constitucional, respetuoso de los derechos humanos y ciudadanos. No. Se trata de una dictadura con varios centenares de víctimas civiles asesinadas. Ninguna de ellas pereció en combate. Mas bien fueron ejecutadas por el poder, hasta en las cárceles, en barrios, casas, fincas.

Conclusiones. El mayor daño económico en un país es cuando el régimen desde el Estado, arranca las vidas, seguridad y derechos humanos de la población. Este daño es peor que cualquier presión de paro económico del tipo o modalidad que sea que use la sociedad civil en defensa legítima contra la represión y opresión.

¿Cuánto puede ser el daño económico cuando hay miles y miles de víctimas que han perdido la vida, sus bienes, empleos, su libertad y hasta su propio país? ¿En cuántos dólares se valora esa pérdida, si es que puede hacerse? ¿No es ese el mayor daño económico a un país?

El paro económico es una ópera prima en ensayo, parte de una estrategia de lucha y de cambio. Es el costo del parto de una nueva sociedad.

El paro económico no es la panacea para todos los males; por sí solo no resuelve una correlación de fuerzas entre el poder y la sociedad civil, pero frente a una dictadura y en combinación con otras acciones cívicas ciudadanos, puede ser decisivo para propiciar un cambio del poder político.

El paro no es la locomotora, es un vagón que debe obedecer a la locomotora.

Y la locomotora lleva en su cabeza un nombre: estrategia.