En pantalla
La Red de Avispa está tan llena de personajes, complicaciones e incidentes que apenas tiene sentido, dice nuestro crítico.
El revolucionario de un bando es el terrorista del otro. Esta contradicción insalvable es el corazón —y el talón de Aquiles— de “La Red Avispa”. La nueva película de Olivier Assayas (Personal Shopper, 2016), basada en una historia real, sigue a un grupo de desertores cubanos infiltrándose en los círculos del exilio en Miami en los tardíos noventa. Ha sido denunciada por la diáspora, ¿y quién puede culparlos? Los traumas son poderosos, y la experiencia personal prima sobre las interpretaciones de terceros. Los que podemos tomar distancia emocional tenemos una pieza de ficción histórica con resonancia de nuestros propios dilemas.
La película arranca mostrándonos a René González (Edgar Ramírez) trotando entre las ruinas de La Habana Vieja. Desayuna con su esposa, Olga (Penélope Cruz, con acento impecable), y su pequeña hija. Quedan en ir al cine en la noche. René nunca llegará a la cita. A la hora de almuerzo, toma una avioneta de la base donde trabaja como instructor de pilotos y enfila rumbo al norte. Su plan se hace evidente solo por acciones. Antes de despegar, arranca los micrófonos de la torre de control. Vemos la avioneta volando bajo, pasando de la tierra al mar. Es una imagen sencilla, pero resonante.
Detrás de él, va otro piloto, Juan Pablo Roque (Wagner Moura). Ambos se insinúan en los círculos más beligerantes del exilio. José Basualto (Leonardo Sbaraglia) los recluta para volar con Hermanos al Rescate, una organización que detecta y ayuda a balseros huyendo de la Isla. Pero la lucha es éticamente complicada. Algunos grupos colaboran con el narcotráfico para financiarse. Por eso, el FBI los corteja para espiar a los disidentes cubanos, que planean una cadena de atentados para sabotear la industria turística que oxigena al régimen. Juan Pablo le da la bienvenida al dinero fácil, pero esta es una raya que René no quiere cruzar: “No soy una rata”, dice.
Excepto que sí lo es, sólo que de otra especie. Una narración a mitad del metraje revela que ambos son agentes de la seguridad del estado de Cuba, parte de la “La Red Avispa”, coordinada por Gerardo Hernández (Gael García Bernal), un académico con afanes carreristas en la burocracia revolucionaria. Los tres suponen una taxonomía curiosa: el ambicioso escalador del círculo de poder contrasta con el trabajador con silenciosa vocación de sacrificio, y el arribista con gusto por lo material. Juan Pablo es tan ávido de lujo que su flamante nueva esposa, Ana Margarita (Ana de Armas), sospecha que trabaja con narcotraficantes. Mientras tanto, Olga lidia con la ignominia gratuita de ser la esposa de un “traidor”… que realmente no lo es.
La película está tan llena de personajes, complicaciones e incidentes que apenas tiene sentido. A veces, uno quisiera que el director le hubiera dado el formato de largo que aplicó a “Carlos” (2010), su biofilme sobre el terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez, que existe en varias configuraciones, topando con una miniserie de cinco horas y media. Con tiempo extra, Assayas habría podido explorar más la dimensión más básica y humana de sus personajes. Los momentos más indelebles existen fuera de la política, aunque ineludiblemente definidos por sus arrebatos. Durante la fastuosa boda de Juan Pablo con Ana, tome nota de una larga toma que la sigue a ella mientras recorre la pista de baile, interactuando fugazmente con cada persona que se le acerca. Es un breve viaje del júbilo al resquemor, bajo las luces de una discoteca. Solo por eso, De Armas merece una nominación al Óscar.
- Te puede interesar: “Ser como soy”, un documental que retrata la lucha de tres mujeres transgénero
Assayas trata de mantener distancia de los extremos. Con textos en pantalla y locuciones, mencionan los efectos del bloqueo de EE. UU., pero también la brutal represión del régimen castrista contra la disidencia. Me atrevería a decir que es humanista en su retrato de los personajes, no importa en qué bando militan, o simulan hacerlo. Si hay un villano aquí, es la política o la ideología, imponiendo sacrificios brutales que cobran vidas y afectan a otras como daño colateral. En Miami o La Habana, a todos los alumbra el mismo sol tropical, gloriosamente invocado por Yorick Le Saux y Denis Lenoir. Bajo la polarización y la militancia, sobrevive un montón de gente que solo quiere hacer planes para ir al cine, o volver al país del que tuvieron que huir décadas atrás.
“La Red Avispa”
(Wasp Network)
Dirección: Olivier Assayas
Duración: 2 horas, 7 minutos aprox.
Clasificación: ⭐⭐⭐ (Buena, recomendada con ciertas reservas)
*Disponible en Netflix*