En pantalla
Temporada 2, Episodio 10
Así muere Pablo Escobar en este último recap de Narcos. ¿Te gustarían “recaps” de otras series?
NARCOS
Temporada 2, Episodio 10
“Al Fin Cayó”
Duración: 52 minutos.
El último episodio arranca con una atípica secuencia de fantasía. Asumiendo la estética del vídeo de archivo, escenifican una imaginaria toma de posesión de Escobar en la presidencia de Colombia.
El tono es irónico. Gaviria le acomoda su retrato en el despacho, y comparte con él un churro de marihuana. La familia entra coreando “¡Feliz Cumpleaños!, y cortamos a Escobar, en su humilde escondrijo, escuchando cómo sus niños le cantan a través de las ondas radiales. Por supuesto que Martínez Jr. está escuchando.
Las consecuencias del testimonio de Judy Moncada empiezan a sentirse. Peña es llamado a presentarse en Washington. ¡Justo cuando están a punto de caerle al capo! Los cowboys comparten una cálida despedida en el lounge del aeropuerto. Qué anticlimático. Peña ha sido más convincente como hombre de acción que Murph, y ahora, se queda fuera del encuentro final.
Escobar, visiblemente más gordo, ha caído en una rutina doméstica con Limón. Ahora, el sicario es tan mandadero como guardaespaldas. Son como dos leones enjaulados, y podés ver cómo Pablo quiere estrangularlo ocasionalmente.
Limón le trae un regalo que compró a una curandera: un amuleto con San Agustín, la espada de San Miguel Arcángel y el Niño Jesús de Atocha. Escobar recuerda cómo él y su madre construyeron una iglesia. Serán criminales despiadados, pero vaya que son devotos.
Las autoridades trazan un plan para caerle a Escobar. Martínez decide establecer una base provisional en el vecindario de donde emana la señal. Los Martínez tienen un momento especial cuando el padre reconoce el trabajo y la paciencia del hijo. Escobar y Limón juegan el Monopolio más aburrido del mundo. Limón: “Si el perico fuera legal, (usted) sería el verdadero patrón del mundo”. ¡Cepillo!
Martínez pisa base con Gaviria. ¡El Presidente le dice al militar que quiere muerto! El militar le dice que si opone resistencia, así será. En el hotel, el guardaespaldas Lugo, el mismo que le filtró los códigos a Trujillo, le avisa a Tata que la protección estatal desaparecerá el fin de semana. Le aconseja pedirle a Pablo que se entregue, por el bien de los niños.
Presionada, Tata lo llama. Con la seguridad de sus hijos en la balanza, ella está convencida de que él debe entregarse, pero Pablo no quiere irse por ese camino. Es la oportunidad que Martínez, en una calle cercana, esperaba. Tata, sin sonrojarse, lo compara con Mandela, y le dice que puede llegar a ser presidente. “Necesitas entregarte” – “Voy a pensarlo”. Sí, seguro.
Hermilda, siempre lista para hacer lo peor posible, empaca para irse a Medellín. Las mujeres tienen la discusión que han construido desde el primer capítulo de esta temporada. La vieja, cegada por la devoción al hijo, acusa a Tata de traicionarlo. Antes de irse, se dan un abrazo conciliador.
Martínez Jr. ha definido en qué edificio está Escobar. El comando se extiende por el perímetro. La secuencia está editada en acciones paralelas, para generar suspenso. Vemos a Escobar y Limón en el interior de una casa, y a los militares tomando posición en el exterior. Pero no es la misma casa. El asalto es un fiasco. A pesar de la humillación, Martínez no se rinde. Descubre que la señal que él detectó estaba rebotando en las aguas de un río.
Asfixiado por el encierro, Escobar decide temerariamente salir a la calle. Barbudo, gordo, con lentes oscuros, y manejando un taxi, apuesta que nadie va a reconocerlo. O quizás, ya no le importa si lo reconocen. Se baja a comprar un helado en una sorbetera. Hasta le devuelve un encendedor caído a un militar, sin que este lo reconozca. Pasea por un parque y observa embelesado a la gente en sus andares cotidianos: parejas que se besan, niños que juegan al fútbol. Ellos disfrutan la vida normal que él ya no puede tener.
Ahí, tiene una conversación imaginaria con su primo Gustavo. Es la voz de la razón, que de entrada lo regaña por exponerse así – la recompensa por su cabeza asciende a 7 millones de dólares -. Escobar y el fantasma reflexionan sobre el paso del tiempo – “ayer cumplí 44 años” -, y discute con él la idea de entregarse . El fantasma está de acuerdo. Los años que esté preso, “la leyenda crece”.
Escobar regresa a casa sin contratiempos. Llama a Tata para comunicarle su decisión. Contrario a todas las señas que hemos visto, le dice que no está dispuesto a entregarse. Hablará con todos los periodistas posibles para influenciar a la opinión pública y presionar al gobierno. Mientras conversan, Martínez Jr. vuelve a detectar la señal, e incluso mira a Escobar a través de una ventana. ¡Ya saben dónde está!
El fracaso anterior siembra dudas sobre este nuevo reporte, pero Martínez padre se la juega. Algunas tropas, participantes del asalto fallido, aún se encuentran cerca.
Mientras Escobar platica con sus hijos, los militares rodean la casa. Tata le sirve de intermediaria para contestar las preguntas de los periodistas. Pero es demasiado tarde. Los ladridos de los perros los alertan justo antes de que los policías golpeen la puerta con un ariete. Murph le asesta dos balazos a Limón. Huyendo, los narcos matan a varios militares.
Tratan de huir corriendo por los tejados de la casa, pero un francotirador ultima a Limón. Escobar cae, herido. Lo rodean. Trujillo le grita al francotirador que lo inmovilizó: “Sargento Sarmiento…¡Le dio a Pablo Escobar!”. Es el mismo hombre que recibió el encendedor en la heladería.
Murph contempla el cuerpo agonizante en el tejado. El monstruo es en realidad un hombre de carne y hueso. Su arrebato es interrumpido por un disparo. Trujillo le da al capo el tiro de gracia. Su deseo de que un colombiano debía ajusticiar a Escobar se ha hecho realidad. Un montaje al ritmo del bolero “Serenata de Amor”, de Jaime R. Chavarría, retrata a los personajes restantes recibiendo la noticia: Gaviria, Hermilda, Peña, Tata.
Aún en shock, Tata visita a los Rodríguez Orejuela en busca de protección. Están celebrando. Gilberto, el líder, la recibe a solas, tan obsequioso como siempre. Tata le dice que su marido le habría recomendado, ante un desenlace fatal, buscar su ayuda para salir del país. Él le pregunta cuánto le queda de su fortuna. Ella le dice que lo averiguará. Él le dice: “Qué bueno, porque lo quiero todo”. A pesar de sus afectaciones burguesas, Gilberto es tan codicioso y despiadado como el difunto Escobar.
En Washington, Peña se enfrenta a una fila de burócratas con cara de póker. Pero no es el comité disciplinario que él esperaba. Son agentes de operaciones, buscando información sobre el Cártel de Cali. “El rey ha muerto. Viva el rey”.
OBSERVACIONES VARIAS:
- La mesa está servida para dos temporadas de Peña persiguiendo a los Rodríguez Orejuela. Bien puede ser que sean mejores que la época de Escobar. Damián Alcázar ha probado ser tremendamente carismático, y no tiene el acento problemático de Wagner Moura.
- Este capítulo invierte mucho tiempo y esfuerzo en humanizar a Escobar. Lo vemos vulnerable, en el inodoro, gordo, comiendo…están adelantándose al ánimo de las escenas finales, cuando Murph enfrenta la banalidad del mal.
- Semillitas sembradas en capítulos anteriores florecen aquí: la reconciliación de los Martínez, cuando el hijo prueba su eficacia como militar; Trujillo, cumpliendo en persona el deseo de que ha Escobar lo ejecute un colombiano.
- Me pareció muy poco convincente la escena en que Gaviria le exige a Martínez ejecutar en el primer momento posible a Escobar.
- ¡Tata genuinamente cree que su esposo puede ser un nuevo Nelson Mandela! El poder de la negación no deja de sorprenderme.
- La actriz mexicana Paulina Gaitán se robó la temporada entera con el personaje de Tata. Voy a extrañarla.
- Parece que seguiremos viendo al actor Pablo Pascal cazando narcos. Con el destino de Murph sin definir, puede ser que esta sea la despedida de Boyd Holbrook.
- El espíritu de la secuencia de Escobar paseando por el pueblo me recuerda a una escena similar en la película “Public Enemies” (Michael Mann, 2009). En ella, John Dillinger (Johnny Depp) entra a curiosear en una estación de policía desierta, a pesar de ser el hombre más buscado del momento.
- La canción de rock que Escobar escucha en la radio del auto es “Otro Pecado”, interpretada por la banda mexicana El Tri.
- La canción de fondo en los créditos finales es “Jaguar House”, de la banda argentina Illya Kuryaki and The Valderramas.
¡Gracias por seguir estas recapitulaciones! Fue bueno mientras duró. ¿Te gustarían “recaps” de otras series?