Perfiles
Basado en su propia experiencia como solicitante de asilo, Fernando Sánchez Zeledón trabaja para evitar que deporten a otros nicaragüenses perseguidos. “Muchos oficiales de Migración no conocen el contexto de Nicaragua”, lamenta.
Miami, Estados Unidos-. En el pequeñísimo cuarto en el que vive con su mamá y dos familiares más en Miami, Fernando Sánchez Zeledón prepara la agenda de su próximo viaje de activismo político y humanitario a Washington. El líder universitario, que desde julio de 2018 salió de Nicaragua, trabaja sobre la cama en su laptop, que antes utilizaba para sus trabajos estudiantiles. No tiene espacio para un escritorio. En el aposento que rentan caben dos camas de tamaño matrimonial apretujadas, una cocina ínfima al igual que el baño, y apenas queda espacio para caminar.
La agenda que prepara Fernando tiene un objetivo para “concientizar” en Washington: evitar las deportaciones de nicaragüenses que llegan huyendo de la violencia política a Estados Unidos. Sánchez Zeledón llegó como exiliado a Miami a mediados de septiembre de 2018, y de inmediato solicitó asilo político. Ha pasado todas las etapas de ese complicado proceso migratorio, y ahora espera la resolución de las autoridades competentes.
La persecución
Sánchez Zeledón explicó a las autoridades migratorias la persecución que sufrió en Nicaragua de parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Él fue uno de los líderes universitarios que fundó la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) junto a Lesther Alemán, el otro líder célebre que emplazó a Daniel Ortega durante el Diálogo Nacional.
La madre de Sánchez Zeledón lo acompaña en todo. Primero desde las marchas contra la dictadura y ahora en el exilio. Vendieron los aparatos del taller de costura y todos los cerdos de la granja que tenían en Nicaragua para poder vivir ahora en Miami, una ciudad que exige presupuestos bastantes elevados para subsistir. Sánchez Zeledón salió por primera vez de Nicaragua tras del ataque paramilitar a la UNAN-Managua. Fue a Costa Rica para asistir a una actividad de liderazgo juvenil.
“En Managua me retuvieron en Migración. Los del Aeropuerto (Internacional de Managua) me preguntaron y obligaron a decirles cuándo y a qué hora volvía de Costa Rica. Como vi que estaban persiguiendo a más compañeros, y las amenazas directas contra mi persona, mi familia me pidió no volver a Nicaragua. Me quedé en el exilio con mi maleta preparada para una semana de viaje”, relata Sánchez Zeledón.
“Liderazgo Juvenil Nicaragüense”
En San José, el líder universitario fundó una organización a la que llamó “Liderazgo Juvenil Nicaragüense (LJN)” para iniciar activismo político en el extranjero, así como han hecho otros líderes universitarios que protagonizaron la Rebelión de Abril.
“Cuando participé con Medardo (Mairena) en los tranques me di cuenta que había liderazgos que no eran necesariamente estudiantiles, pero que habían hecho algo por la lucha y nadie los estaba conociendo, y no tenían capacitación para asumir estos liderazgos”, resalta Sánchez Zeledón.
“Con el movimiento campesino creé este movimiento para identificar líderes y empoderarlos. Son indígenas, campesinos, muchachos de los barrios, la diversidad sexual. Hay jóvenes médicos que eran de las brigadas de la UPOLI, y exatrincherados de la UNAN”, enumera.
Sánchez Zeledón no cree que al fundar su propia organización haya quebrado con los demás líderes universitarios. Afirma que hay comunicación entre la Coalición Universitaria, y articulación con la “Unidad Nacional Azul y Blanco”. Sin embargo, no oculta las diferencias.
“Algo que hay que recalcar y que no se puede tapar, es que cada movimiento maneja su agenda y cómo quiere enfocar sus objetivos. Sin embargo, hemos podido trabajar, buscamos que esas agendas respondan a los mismos objetivos y a lo mismo que nos planteamos. Hay concertación de todos los estudiantes y jóvenes”, sostiene.
Los deportados
La agenda de LJN la copan los centenares de nicaragüenses que llegan a Estados Unidos a pedir asilo, pero que en la mayoría de los casos son deportados por no poder demostrar que son perseguidos. Aunque las cifras varían, la oficina de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), en Miami, calcula que al menos hay unos 80 nicaragüenses en centros de detención de Estados Unidos.
En diciembre de 2018, la CPDH denunció que 20 nicaragüenses fueron deportados. A su retorno al país, fueron apresados y muchos de ellos desaparecidos cuando la Policía los vinculó a las protestas contra la dictadura.
“Queremos tener incidencia en temas de derechos humanos y migración para concientizar a las autoridades estadounidenses. Que sepan que al regresar a la gente a Nicaragua, la ponen en peligro porque los meten a El Chipote, los desaparecen y hasta los matan”, afirma Sánchez Zeledón.
De acuerdo al líder universitario, los nicaragüenses llegan con miedo a Estados Unidos. “Justamente por ese miedo no traemos ninguna prueba que respalde lo que estamos diciendo. Muchos oficiales de Migración no conocen el contexto de Nicaragua, a pesar de que se ha tratado de globalizar. Eso impide que haya casos de éxito”, agrega.
Es por eso que LJN prepara una gira en distintas organizaciones en Washington a finales de febrero para abordar este tema. Sánchez Zeledón sostiene que los viajes los financian organizaciones de derechos humanos, y que con la diáspora nica consiguen alojamiento.
Basado en su experiencia como solicitante de asilo, Sánchez Zeledón también se ha adscrito como voluntario de la CPDH para brindar asesoría a los que huyen. Por ahora, espera la resolución de su propio asilo, para poder estudiar y trabajar en Estados Unidos y ayudar a pagar el pequeño espacio en el que vive, come y hace activismo político.